Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

(Bogotá. 22/07/2020) Hay un poderoso mito sobre la construcción y adjudicación de viviendas en Venezuela. La usurpación le jura al mundo haber resuelto el problema. Pero eso es falso. Son millones los venezolanos los que no tienen techo. ¿Quién puede creer en las estadísticas oficiales de las cuales no puede dar fe ninguna respetable instancia internacional?

No quisiera que en mi país hubiere el menor movimiento sísmico de significación, ya que podrían desmoronarse como barajitas los edificios de muy dudosa calidad y materiales de construcción que forman parte de la llamada Misión Vivienda, levantados en terrenos difíciles, adjudicados arbitrariamente, y construidos con sobreprecio. En el parlamento quisimos que las personas que habitan esos apartamentos fuesen sus propietarios, pero Maduro nunca lo quiso. No quiere que nadie sea dueño de su techo en Venezuela. Por ello, estimuló hasta el cansancio las invasiones de casas edificios, fábricas o lo que estuviera a la mano: nadie puede decir que eso es suyo y, a la vez, el mismo Maduro asegura en sus estadísticas que los invasores ya tienen su techo.  Consintió y los entregó a las estructuras delincuenciales que, bajo el pretexto de las necesidades ajenas, invadieron, se adueñaron de lo ajeno y cobran esos miserables hasta por los “favores” hechos.  Por no hablar de la ampliación cada vez más dramática de los cinturones de miseria en ciudades y pueblos. El rancho se ha multiplicado exponencialmente en el país.

Por cierto, tuvimos a la mano un libro de Jorge Ossona de título elocuente: “Punteros, malandras y porongas. Ocupación de tierras y usos políticos de la pobreza” (Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2014). Se refiere a la época del kirchnerismo. Y miren que el texto y la editorial misma es de izquierda. Quisiera ver yo en Venezuela, un ensayo semejante. Es necesario. Es urgente. Necesitamos saber cuán profunda es la estructura mafiosa del socialismo que impide que cada venezolano tenga vivienda propia. Y cómo desmontarla.

Juan Pablo García