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Es indudablemente cierto que el voto es la mejor arma de los ciudadanos en democracia.
En -Democracia-. Pero no ante una tiranía, no ante un sistema criminal. Esto queda comprobado cuando vemos la cantidad de elecciones que se realizan en régimenes totalitarios y dictatoriales, tales como los de China, Rusia, Irán y Cuba entre otros.
¿Por qué se molestan en realizar elecciones que todo el mundo sabe que son trampeadas? Porque intentan darse un barniz de legitimidad diciendo que el pueblo ama a sus dictadores. Y porque intentan explicarle a la comunidad internacional que es el pueblo el que los elige libremente. Es decir, que el pueblo decide votar por sus opresores… ¿No?
En Venezuela, luego de 1998, se han realizado decenas de procesos electorales. En todos ellos, al decir del régimen, «ganaron» los representantes del sistema de mafias.
En el 2015, sin embargo, se llevaron una sorpresa: ganó la oposición. ¿Qué hizo el régimen entonces? Procedió a nombrar ilegalmente a un TSJ «express», incluso, violando descaradamente las leyes y la Constitución Nacional. Ese TSJ, a su vez, inhabilitó a los diputados del Estado Amazonas con alegatos falsos. Buscaron impedir que la oposición contara con la mayoría calificada que le hubiera permitido aprobar leyes trascendentales para comenzar el fin de la tiranía, o al menos impedir que hiciera más daños.
No conformes con eso, nombraron una Asamblea Constituyente (AC) ilegítima desde su orígen y por los cuatro costados. A la vez, el TSJE («TSJ Express») declara en desacato a la AN y, alegan, en un garabato jurídico, que de allí en adelante todo lo que se haga en esa AN es inválido y nulo.
O sea, impidieron que la elección popular fuera efectiva. Por eso argumentan que el Gobierno interino es ilegal y no tiene poder alguno. Hasta se atrevieron a usurpar los espacios del Congreso y a impedirle el acceso a los diputados legítimamente electos.
¿Por qué sería distinto ahora si pudiéramos elegir libremente una nueva AN…? En todo caso, sería peor, mucho peor.
Al mismo tiempo, mientras se consumaba ese golpe de estado, procedieron a convocar ilegalmente unas nuevas elecciones presidenciales y a impedir que se convocara un referendum revocatorio.
Las elecciones, como era de esperarse, dieron el triunfo al usurpador de Miraflores. Más ilegítimo, imposible.
Pero, el verdadero problema no es electoral ya que, como se ve, las elecciones ante un régimen criminal, de nada sirven como no sea para convalidar al propio sistema de mafias.
El auténtico problema es la gravísima ocupación de nuestro territorio nacional por parte de fuerzas extranjeras armadas y de bandas de narcotraficantes que cuentan con el apoyo de los militares comprados por el régimen, así como del partido que los apoya. Finalmente se cumplió el sueño de Fidel.
Como el Estado perdió el control del territorio, y como las fuerzas de ocupación cuentan con el apoyo de los propios militares nacionales, estamos en presencia de un Estado fallido, una nación secuestrada por fuerzas extranjeras.
Por eso no se puede aplicar la Ley, y de un Estado de Derecho, pasamos a ser un Estado Intervenido de hecho. En efecto, perdimos la soberanía y perdimos la defensa de los Derechos Humanos. Por eso vemos presos políticos, persecuciones, la desaparición de la prensa independiente, allanamientos forzados, confiscaciones y demás abusos y arbitrariedades.
Y como el máximo tribunal del país se convirtió en la práctica en un simple bufete al servicio del complejo ecosistema criminal que usurpa el poder y cedió el ejercicio de soberanía a sus cómplices, el ciudadano común queda indefenso y sometido al capricho de los usurpadores, ¿Cierto?
De manera que la única forma en que podemos enfrentar esta lamentable situación, es lograr una alianza de los factores democráticos nacionales que aún quedan, al lado de la AN legítima que debe promover las acciones y con el apoyo de una coalición de los países democráticos del mundo. Una vez recuperados el territorio y la soberanía, podremos comenzar la difícil tarea de la reconstrucción y convocar a elecciones auténticamente libres en las que los venezolanos puedan recuperar también el voto para elegir libremente a sus representantes.
Para ello se necesita un liderazgo que esté genuinamente interesado en el país y dispuesto a tomar las decisiones que haga falta asumiendo las consecuencias de sus acciones. Esto le corresponde a la Asamblea Nacional y al presidente interino, y todos debemos apoyarlos para que se de comienzo a la transición sin mayores dilaciones. Esa es la verdadera unidad: unidad de propósitos y de acciones. Un objetivo común y prioritario: la libertad.
Pedro Galvis
@pgalvisve