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La dictadura se alegra por tener gasolina durante algunas semanas. Para un sistema desahuciado, recibir esa transfusión de combustible, solo alargará su tranquilidad por un lapso que no resolverá el problema de fondo. Todo un show para presentar como salvadores a los representantes de un régimen que ampara al terrorismo internacional.

La llegada de los barcos fue acompañada por una campaña mediática, en donde se mostraban como desafiantes. Querían aparentar ser dignos. Esperaban que los Estados Unidos enfrentando algunos intencionales focos de problemas sociales, así como los coletazos del coronavirus, mordieran el anzuelo como monstruos de río. Se quedaron con los anzuelos sin carnada, la administración Trump simplemente no entró en el juego.

En Puerto Cabello hubo un recibimiento de honor. Una parada naval para acogerlos con profusión de fuegos artificiales. Los clásicos discursos antiimperialistas para endulzar los oídos de los mentecatos. El buque Fortune inmediatamente procedió a llenar al tanquero de bandera panameña Petión, quien venía procedente del puerto de Matanzas en Cuba. Es decir: su primera intención no fue paliar la caótica situación nacional, sino el responder al requerimiento de una nación extranjera. Es tal el grado de dependencia que optaron por solventar un poco la crisis cubana, para dejar a la venezolana para cuatro días después.

Que Venezuela reciba combustible es una verdadera humillación. Hace veinticinco años exportábamos gasolina de gran calidad que producíamos en nuestras tres refinerías catalogadas para su tiempo entre las más modernas del planeta. El negocio fue tan lucrativo que nos hicimos de Citgo para tener presencia en el mercado norteamericano. Cerca de veinte mil estaciones de servicio estaban bajo bandera venezolana, en definitiva, teníamos una presencia vigorosa en los mercados internacionales.

¿Qué nos pasó? El arribo de la dictadura destruyó nuestra principal industria. Fueron por ella hasta despedazarla, los planes de PDVSA como la segunda empresa más poderosa del mundo, fueron reducidas por la mentalidad arcaica de unos individuos que la indujeron a dedicarse a otros menesteres y no al negocio petrolero. Sus principales cerebros fueron botados por la manía persecutoria de Hugo Chávez, allí están los resultados de los desvaríos del procerato de las causas irracionales. Perdimos importantes mercados internacionales. Nuestras refinerías desvalijadas, corroídas y sepultadas por los escombros. Sus negocios con China todo un andamiaje de la corrupción. En definitiva, la suerte desgraciada de la industria es absoluta responsabilidad de esta dictadura.

Qué vergüenza sentimos al ver el frenesí del régimen por la llegada de los tanqueros de bandera iraní con gasolina. Alegrarse por la demostración de incapacidad al no producir un litro, tener que recurrir a otra tiranía para disfrazar la quiebra de nuestra principal industria. Hacer un jolgorio, precisamente en una tierra que hace veinticinco años exportaba combustible y exhibía una envidiable cartera de clientes en todo el mundo. La verdad es un insulto a nuestra dignidad. Los creadores de la OPEP reducidos a la mendicidad internacional. Una injuria para esos miles de venezolanos que hicieron de PDVSA nuestro orgullo universal…

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Twitter: @alecambero