Al cumplir más de un mes de confinamiento en Venezuela, aprovecho el tiempo para reflexionar sobre la incansable lucha que venimos librando los venezolanos, desde hace más de dos décadas, aunada a una pandemia que nos acecha y nos encuentra carentes de los recursos básicos para enfrentarla. Y me pregunto, con la fe absoluta de que estamos en la recta final: ¿Qué más podemos hacer en esta heroica batalla que ya no hayamos hecho, para lograr el cese de la usurpación?
Y la respuesta sigue siendo la denuncia constante nacional e internacionalmente de los atropellos y delitos del régimen, la exigencia y presión para que se concrete la ayuda internacional, el acompañamiento e información continua a los ciudadanos sobre las propuestas de Vente a tantos problemas, la solicitud de JUSTICIA para tantos crímenes que permita sanar las heridas de una sociedad enferma y desprotegida y la preparación para una inminente transición política, económica y social.
Debemos invadir el país de la palabra TRANSICIÓN, ese debe ser el tema a plantear, dar la confianza y seguridad de que estamos listos y sabemos cómo hacerlo, quienes serán los encargados de dirigirla y orientarla, cuáles serán sus principales funciones, qué tiempo requerimos para hacerla eficiente y el país salga del desastre jurídico e inconstitucional en el que se encuentra inmerso, para finalmente ir a unas elecciones limpias y transparentes, donde será la Democracia Liberal el nuevo tema a plantear.
La Democracia Liberal, única herramienta que nos permitirá la transformación total de Venezuela, sin rentismo, cogollismo, ni proteccionismos caducos. Exige el trabajo y esfuerzo individual para generar el crecimiento de todos, impulsado por verdaderos valores de respeto, honestidad, transparencia, tolerancia, educación, meritocracia, estado de derecho y justicia sin impunidad. Este cambio político y social garantiza un cambio económico y una vida con calidad a sus ciudadanos, donde la modernización y funcionamiento de los servicios públicos, el desarrollo y la sustentabilidad económica, la descentralización del poder y de los recursos, el respeto a la propiedad privada, la producción – productividad y el libre mercado son el norte y “nuestras manos limpias, honestas y trabajadoras”, nuestro principal aval.