Desde 1998, con la llegada del chavismo, comenzó a instaurarse en la sociedad venezolana la práctica del pensamiento único. Dicha corriente es propia de regímenes totalitarios, que carentes de todo respeto por la dignidad humana y la integridad del individuo, intentan modificar la conducta social hasta lograr el colectivismo en todos los aspectos del desarrollo humano, con el fin de perpetuarse en el poder y conseguir de esta forma materializar sus apetencias personales: ¡No hay otro motivo!
Pero en Venezuela, a partir del año 2005 aproximadamente se modificó este patrón (a mi juicio personal impulsado por el mismo régimen), y es que son dos corrientes de pensamiento único; los que están a favor del chavismo y los que están en contra. La característica principal de ambos bandos es la falta total de análisis y evaluación de la conducta del líder por parte de sus seguidores.
Gracias a la Providencia, no todos los ciudadanos venezolanos entramos en esta condición de sumisos seguidores del perpetrador de promesas incumplibles, no todos repetimos slogans y dedicamos nuestras fuerzas a mantener en hombros a alguien cuyo proceder no ha sido cónsono con lo que se vive en nuestro país, sea de la corriente ideológica o política que sea.
Y es que, la naturaleza humana lleva intrínseca la condición de escrutar, de evaluar y analizar lo que a nuestro alrededor ocurre, además, como ciudadanos tenemos el legítimo derecho de cuestionar y objetar la conducta de aquellos que tienen en sus manos nuestras vidas, la de nuestros hijos, nuestras propiedades y los activos de la nación. Tal conducta no es de “Opositores de la Oposición”, como hay quienes nos califican despectivamente, es el ejercicio ciudadano, que a fin de cuentas es el propietario de los bienes nacionales y a quien los servidores públicos deben entregarles informes de gestión periódicamente.
María Jesús Ferraz Piñero
@susyfp1966
Secretaria Política Municipio Carirubana