Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Al terminar la Primera Guerra Mundial en 1918, se abría un conjunto de cambios en la sociedad industrial, que ameritaban un análisis detallado y profundo, el cual fue advertido por voceros que representaban al gobierno de Juan Vicente Gómez, tanto en Europa como en los EEUU. Estas advertencias que se exponían ante el dictador, versaban sobre la necesidad de abrirse a los cambios políticos, sobre todo en el campo democrático a través de los partidos políticos. Las recomendaciones no fueron escuchadas por el dictador, quien lejos de reflexionar sobre ellas, aceleró el proceso de represión hacia los sectores que reclamaban cambios en la sociedad venezolana.

El dictador, que no daba puntada sin dedal, buscó entre sus más cercanos colaboradores las ideas para retrasar el avance inexorable de la sociedad, y a tales efectos se empezó una campaña por los medios de comunicación escritos afectos al gobierno. Esta campaña o propaganda política, denunciaba que la política era algo sucio y quienes la practicaban eran asi mismo iguales, sembrando en el subconsciente del venezolano promedio un prejuicio hacia la actividad política como medio pacífico para lograr los cambios que necesitaba el país.

El despliegue propagandístico hacia el político y la política, se hizo sentir de tal manera que sus efectos fueron aprovechados por los sectores conservadores de la sociedad venezolana, quienes en alianza con el régimen, vieron una oportunidad de hacer buenos negocios con el gobierno sin ningún tipo de control público, lo cual hizo cuesta arriba la actividad política. Desde entonces se observa al político como un ser poco confiable para el hecho público. 

La recuperación de la democracia en el año 1959, logró devolverle la confianza al ciudadano, al político y al sistema, donde a los partidos que les tocó gobernar durante los primeros veinte años de democracia, lo hicieron con sentido de transparencia. Salvo algunas excepciones, como es natural donde está el hombre, cualquier cosa puede ocurrir. Ahí reside la importancia del control público.

El germen de la desconfianza ya estaba sembrado en el colectivo nacional, y éste fue reforzado por una campaña sistemática que todos conocemos como anti-política y a tales efectos hace algunos años se promovió una telenovela en horario estelar que desacreditaba la política como actividad cívica. Esto desde luego, trajo sus resultados: perder la democracia como sistema de libertades plenas. Ésta irresponsabilidad promovida por algunos factores de poder, debilitó el piso político de la democracia que se apoyaba en los partidos del momento, no tuvo dolientes.

Recuperar la confianza es algo vital y necesario para tener nuevamente república, la cual hemos perdido en manos de falsos políticos que sólo les interesa el poder para beneficiarse de él y no para el servicio. La clase política debe aprender que la mentira no funciona, porque tiene patas cortas. Las falsas poses ya no funcionan, la gente te descubre, no vas a poder pasar. Cuando no se está claro, se le hace un gran daño a la organización a la cual se pertenece y a la democracia como sistema de libertades.

La política además de ciencia es arte, es necesario combinar ambas cosas para lograr la conducción del estado en posición de bienestar.