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La responsabilidad de todo medio de comunicación y la del periodista en particular, es la de informar de una manera oportuna y veraz. Este derecho no puede ser coartado por autoridad alguna, sin pena de caer en la violación prevista en la Constitución Nacional, lo cual configuraría un acto de fuerza, contrario al derecho.

En este sentido es oportuno recordar, que todo funcionario electo por voluntad popular, bien sea alcalde o gobernador, tiene la responsabilidad de guiar, orientar y conducir, una gestión pública al servicio de una colectividad y no de parcialidad alguna, de lo contrario, estaría gobernando para un factor, lo cual determina el secuestro de una institución.

Viene a memoria una expresión de un intelectual, quien decía; que cuando alguien se acostumbra a hacer política con violencia, difícilmente renuncia al lenguaje violento; por esa razón, la experiencia política nos indica, -cuando nos interesa,- que al elegir a alguien para un cargo público, debemos medir toda una serie de variables que nos haga pensar que estamos eligiendo a alguien que va a representar el cargo con majestad y no con arrogancia, sin la debida humildad que exige el ejercicio de un cargo público.

Amenazar a un medio de comunicación por cumplir con su responsabilidad de informar detalles de una pandemia que amenaza al país y al mundo en general, es algo que se sale de toda lógica y sólo justifica la acción de fuerza para someter o inhibir, lo cual no contribuye a atender las recomendaciones que ha dado la OMS. 

Nuestra escasa formación política, en ocasiones, nos impide distinguir entre mandar y gobernar, la primera es propia de los cuarteles y la segunda de servicio y es a la que menos se someten nuestros servidores públicos.

Los próximo procesos electorales que están por venir, serán actos de mucha conciencia ciudadana. Hemos pagado muy caro el sufragar a ciegas, en cierto modo hemos votado, más no hemos elegido. Ya son tiempos de elegir a aspirantes con créditos morales, éticos y de conocimiento en general, no acreditados académicos o apadrinados de una tolda partidista.

Las sociedades evolucionan y la nuestra no escapa a este natural proceso, surgen nuevos actores políticos y nuevas organizaciones que tendrán que aprender de los errores del pasado para no tropezar con la misma piedra, para eso es la historia, para registrar las desviaciones. Toca a estos nuevos actores estudiar esta disciplina con sentido científico y no aprender haciendo como ha venido ocurriendo en los últimos tiempos. 

Los partidos tendrán que escoger sus mejores candidatos para cargos de elección popular, y no individuos que se crean reyezuelos una vez electos, el país no aguanta más improvisaciones. Son nuevos tiempos. Tiempos de reto.