Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

La Ley de Reforma Agraria, promulgada y sancionada por el presidente de la república, Don Rómulo Bentancourt, el 5 de marzo de 1960, en el Campo de Carabobo, dio pie a tomar esa fecha para fijarlo como el Día del Campesino Venezolano.

Este instrumento de ley permitió en su momento garantizar la protección social y económica a quien durante décadas fue objeto de explotación por parte de una clase social favorecida por el poder político del momento. Reivindica esta ley, en el marco de la constitución de 1961, una transformacion total del campo venezolano, al pasar del tradicional conuco, al cultivo de rubros de rentabilidad económica: como el caso del maíz, la caña de azúcar, el arroz y otros en áreas y extensiones que aseguraban la asistencia técnica como una política de estado en materia alimentaria.

El campesino pasó de trabajar un conuco tradicional a operar minifundios con características de empresa, llegando incluso, a contratar los servicios de campesinos jornaleros, ubicados alrededor del centro de producción, respetándoles derechos que esta novísima ley incluía en su contenido. Este cambio de paradigma, fue acompañado de una serie de programas oficiales, como lo fue la asistencia técnica por parte de las facultades de agronomía y veterinaria de la UCV ubicadas en Maracay, las cuales adelantaban estudios científicos para el mejoramiento genético de plantas y animales, alcanzando rendimientos al nivel de los países desarrollados.

El trabajador del campo es parte esencial para el desarrollo del país, sin él no hay comida y sin comida no hay soberanía, por aquello que la soberanía entra por la barriga. El trabajo del campo en la producción es un asunto de Estado, y el Estado está en la obligación de proteger y promover esta actividad, sin mayores controles que ofrecer las oportunidades a rodos aquellos que quieran dedicarse a esta área. Ningún país del mundo puede darse el lujo de ser vulnerable por el estómago.

La producción per cápita antes de la llegada de la revolución chavista al poder, aseguraba la comida en la mesa del venezolano a bajo costo y en abundancia; para colocar un solo ejemplo: El consumo de carne por habitante, era de 19 kilos por individuo, hoy no llegamos a 6 kilos por persona. Estamos pasando hambre y no es por culpa del productor; es el resultado de una política de exterminio creada por los centros del poder para poner de rodilla a quien trabaja con dignidad. Los cambios que han de venir, deben tener en cuenta la situación del campo venezolano, el campesino de hoy opera maquinaria agrícola con manejos de tecnologías, lo cual facilita la recuperación de la producción y volver a la mesa atendida con productos autóctonos y mano de obra criolla y no importada de Rusia u otro país.

Para lograr este reimpulso, el país cuenta con recursos naturales, como son las fuentes de agua: 84 represas construidas durante la era democrática para riego y consumo humano, luz solar 12 hora al día que nos asegura producción vegetal, infraestrutura que aún están en pie y una voluntad de trabajo que no desaparece y el apoyo decidido de los centros educativos especializados en materia agrícola y pecuaria.

Antonio Segundo Aular Irausquín, coordinador de Comunicaciones de Vente Falcón.

@contrapesoanto1