La izquierda tiene sus diferencias, los de más extrema son los comunistas secundados por los que sólo se llaman socialistas y los de la “derecha” (entre ellos) se comparten, dependiendo del caso en social demócratas, social cristianos o nacional socialistas. Pero en el fondo todos tienen el mismo principio colectivista, y lo que los une es el negocio del Estado benefactor, entre otros detalles ideológicos.
Traduciendo esto no es más que; los ungidos en el poder tienen la potestad de hacer de las empresas los que les dé la gana, es decir, crearlas a su justa medida o expropiar la de empresarios que los contraríen. Al gobierno tener toda la potestad de acrecentar el gasto público y hacer con el parque industrial de una nación lo que mejor le parezca, le da la oportunidad de otorgar la concesión al mejor postor.
En muchos casos son ellos mismos utilizando a testaferros para disimular. Esta fórmula ha sido muy provechosa en la historia de la humanidad para todos los que se han metido en este negocio, y en Venezuela esto ya viene desde muy atrás.
Para participar en el negocio del socialismo no son muchos los requisitos, con ser mal estudiante, cabeza caliente, “agalluo”, mitómano, embustero, no tener valores, ser resentido y un largo etcétera de sinónimos es suficiente. Por ello siempre esta ideología ha ido en contra de la libertad de pensamiento y el emprendimiento personal, porque en el fondo saben que son incapaces de hacer lo propio con sus vidas y sólo se preocupa por mal informar a los incautos que por desconocimiento de causa, y no preocuparse en averiguarlo, caen en su juego.
El día que los ciudadanos de a pie, que dicen no ser políticos, se enteren que el socialismo no es más que un negocio para quienes lo impulsan, hasta ese momento ellos dejaran de dar sus votos a estos partidos, pero como para esto implica que el ciudadano se forme, es una tarea titánica, y es por ello el retornelo constante a desastres ya vividos en la historia reciente de la humanidad.
@jfmarcano
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