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Lograr el mayor bienestar con relación a la calidad de vida es uno de los aspectos más importantes en los seres humanos, pero lo más lamentable es que a medida que pasa el tiempo este objetivo está muy lejos de ser alcanzado en nuestro país.

El venezolano común actualmente tiene un perfil psicológico bastante golpeado y una salud mental deteriorada. El desgaste que implica sobrevivir en nuestro país es más que físico, el estado de alerta permanente, la acumulación de tensiones y el instinto de supervivencia cotidiano aumenta peligrosamente la gama de signos y síntomas de alteraciones como la ansiedad, desesperanza, tristeza, miedo, desasosiego, ira, frustración, insomnio y somatizaciones.

Una de las razones más notables, es la crisis económica que afecta al venezolano, siendo esta la razón de origen de la incapacidad de satisfacer las necesidades fundamentales del individuo, alterando notablemente su bienestar psicológico. El dinero y el sueldo son los que permiten que cada persona pueda cancelar sus deudas, tener un techo, poder comprar sus alimentos y medicamentos, tener para divertirse y ahorrar. Sin embargo, el venezolano está destinando su presupuesto a sobrevivir.

Aunado a esto, se suma la pérdida de empleo en la que se enfrentan actualmente muchos venezolanos, cuando el individuo pierde el empleo y no tiene comida entra al nivel de desesperación. Esta situación genera un marco de inseguridad, ansiedad, frustración, temor e incluso de ira.

Todas estas consecuencias de inestabilidad, llevan al ciudadano a ser propenso de sufrir grabes patologías psicológicas o emocionales, tales como; la depresión, siendo motivo suficiente en algunos casos para ser empuje al suicidio. En la actualidad nuestro país se encuentra en el tope de los suicidios en el continente Americano, Según El Observatorio Venezolano de la Violencia (OVV).

Cuando se chequean estos casos, nos damos cuenta que es por el sufrimiento y las consecuencias que trae esta situación en el país. Es lamentable que esto no se trata de una persona aislada a la que le sucede, ya es una epidemia nacional.

El régimen sabe perfectamente que el mejor sedante para una sociedad llena de necesidades es la generación de caos, la negación al cambio y el quiebre de la moral colectiva, algo muy característico de este tipo de regímenes autoritarios y totalitarios.