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Justo en la hora que el día cambia de fecha, el televisor encendido aunque nadie lo esté  mirando, una voz harto conocida “Bolívar. El padre Bolívar, lo hemos visto a Bolívar y un poco le pregunté en silencio, orando, aquella pregunta de Neruda, Padre ¿Eres tú? Y me respondió el mismo Neruda, desde el corazón, si soy yo, pero despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”  El intro de la interpretación del himno  nacional, ideologización pura y fuerte.

Para la narrativa chavista de la historia Zamora es perfecta, el líder y caudillo de la guerra federal que muere asesinado y deja una revolución inacabada. Para cualquier revolución totalitarista la narrativa de construir la revolución no tiene fin, es la justificación perfecta para perpetuarse en el poder.  Según esa misma narrativa, Zamora el caudillo idealista, el ángel vengador de los oprimidos y excluidos, el emancipador. El militar, hasta para eso perfecto, lo militar por encima de lo civil. El caudillo incluso es perfecto para hacer potable la narrativa chavista del Chávez prócer de la patria. El común asocia a Ezequiel Zamora como un prócer de la patria y héroe de la independencia, ergo al asociar a Hugo Chávez con Zamora y este con Bolívar crean ese vínculo de identificación, Cuando la verdad es que ni es un héroe de la independencia, menos un prócer de la patria. Si algo tienen en común, es que son dos facinerosos aventureros cuyas acciones crearon sendas tragedias que diezmaron la población venezolana como no lo hizo la gripe española ni la malaria.

Zamora es un hombre traicionado por sus propios compañeros y le acuñan ese asesinato a su mismísimo cuñado, Juan Crisóstomo Falcón (aún cundo no existen pruebas de ello). La traición a la revolución es también la traición al pueblo y para el chavismo todos los liderazgos desde la independencia a la fecha se perciben e identifican como traidores, traidores a Bolívar y traidores al pueblo venezolano, traidores todos. Ese hueco de doscientos años tiene una sola excepción, Zamora, el perfecto. Ese juego  busca crear la conexión Bolívar-Zamora-Chávez. Esa trilogía aparece retratada en cada uno de los cuarteles militares de Venezuela, la santísima trinidad de la revolución del siglo XXI.

“Tierra y hombres libres” carajos, ¿hay algo más liberal que eso? Jamás escucharemos a nadie identificado con la dictadura decir la gran verdad, que Ezequiel Zamora era liberal. La consigna “Tierra y hombres libres” puede parecer muy progresista, pero realmente es una expresión diametralmente opuesta al colectivismo y es reflejo del emprendimiento individual, de la propiedad privada, de los particulares generando riquezas explotando los modos y  medios de producción.

Pero Zamora es un mito. Mito secuestrado e idealizado por el chavismo. La historia no sólo es lo que ocurre sino como se cuenta. Al finalizar la guerra federal no hubo tierras ni hombres libres, incluso cuando le reclamaron a Zamora el por qué poseía esclavos, el argumentó que esos esclavos no le pertenecían y que eran propiedad de su señora esposa. Su caudillaje se construyó sobre las mismas formas que cuarenta años antes José Tomás Boves construyó las suyas, la estrategia de tierra arrasada, el saqueo como botín de guerra es un bien apetecible, tanto o más que cualquier ideología, más aún cuando aquellas gentes poco comprendían la diferencia entre el conservadurismo y el liberalismo, el centralismo o la federación. La suerte de Zamora pudo haber sido la misma de cualquier caudillo, el olvido. La diferencia está en que los federalistas ganaron la guerra y su nombre fue referencia de la narrativa de esos mismos triunfadores. Por órdenes de su copartidario y también sospechoso del asesinato, Antonio Guzmán Blanco,  sus restos reposan en el Panteón Nacional.

Para entender el Siglo XXI debemos comprender el XIX y el XX, del conocimiento de nuestra  historia dependerá no cometer errores, que por cíclicos, no permiten avanzar como sociedad. Conocer nuestra historia evitará que de tanto en tanto alguien retome las banderas equivocadas. Sí el chavismo ama tanto a Zamora, se los regalo. Pero a Bolívar no, Bolívar es de todos.