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Por eventos recientes, consideré necesario hablar sobre la criminalización a la crítica ciudadana, esa que nace naturalmente como protesta en un legítimo DERECHO y DEBER para hacer sentir la disconformidad a las decisiones que toman los “partidos políticos” (politiqueros), grupos de poder o Status Quo en las acciones que supuestamente “buscan”, la liberación de Venezuela de la tiranía usurpadora, siendo tales, contrarias a los intereses de la nación y de su gente. La crítica del ciudadano que piensa, del que analiza y del que objeta lo que no está bien, significa un acto de total criminalidad y vetado por los politiqueros de siempre, junto a sus círculos de colaboradores y seguidores (muchos con ignorancia y manipulados).

La esperanza nació para no morir en enero 2019 y diversas ideas comenzaron a surgir con buenas voluntades, ánimos positivos por doquier y deseos de trabajar en real unidad pero, esta historia bonita que se respiró a principios de año, con el transcurrir de los meses, comenzó a mostrar los juegos de intereses personales y partidistas de algunos sectores que dicen, intervienen en favor del país pero, que en sus acciones y mensajes demuestran, complicidad con la criminalidad usurpadora y genocida de Miraflores.

Los que vivimos aún en esta tierra de gracia apostando por el cambio, a riesgo de nuestras vidas y pasando el trabajo hereje, nos ha tocado meternos en nuestros guetos (como judíos de la II Guerra Mundial) para seguir luchando y sobreviviendo, en donde no solo peleamos en contra de la TIRANÍA sino también, en contra de la falsa oposición, esa que juega a la “libertad” solo con la visión egoísta que les beneficia, y que su terrible práctica viene haciendo daño a la República desde antes del tiempo de Chávez.

En las redes sociales (RR.SS) se generan batallas de descalificaciones, manipulaciones, calumnias e insultos de todos los colores y tamaños, dirigidos a quienes disciernen, rechazan diálogos, pactos, conversaciones, reuniones, acciones u otras que denuncian lo que no va con el clamor general ni con los intereses de Venezuela en tiempo real, porque sencillamente, oxigena a los tiranos y a sus acólitos locales y extranjeros, que muy bien han dicho y claramente, no van a dejar el poder por ninguna vía.

El ciudadano sabe que ya no hay tiempo, de que restan cuatro meses (estamos en agosto) para finalizar un mando que tomó como slogan el “cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres” pero, que pasa el tiempo, y estos tres eventos hasta la fecha aún no se han cumplido. Lastimosamente ya suena a quimera y las RR.SS ayudan a drenar la frustración de los ciudadanos, que piden a gritos a la Asamblea Nacional y al presidente (e) Juan Guaidó, que active todos los mecanismos necesarios para acabar con la tragedia, porque puede hacerlo sin tanta prosopopeya, como por ejemplo, el artículo 187 numeral 11 + R2P.

El derecho a criticar con objetividad, aportando ideas o soluciones desde cualquier campo, es un acto necesario para avanzar en la concreción de la libertad y del progreso, de hecho es un deber hacerlo, pero el fanatismo a los partidos políticos y a los personajes de poder de turno (además de los que tienen intereses en continuar trabajando en el veto) es lo que hace y convierte a la vital crítica ciudadana en un acto absolutamente condenable, sedicioso, odioso, abominable y hasta casi, de terrorismo.

Farándula, politiqueros, profesionales, famosos, periodistas, diputados, opinólogos, influencers y tantos otros se muestran con una visión cerrada, con un ego desmedido y creyéndose dueños absolutos de verdades, que de paso, les da un “poder” ficticio para enjuiciar inquisitivamente a todos los que piensan diferentes a ellos. Los hinchas, hooligans, fanáticos religiosos y miembros de sectas que rompen calles, estadios y acosan a la gente, se quedan como niños de pecho, ante la detestable actitud que toma el sector costumbrista de los vicios politiqueros y sus fans, en contra de los que no son ovejos del rebaño.

La ausencia de la crítica ciudadana en los 40 años mal entendidos y mal manejados de la falsa democracia (en donde se vivió en populismo y libertinaje), dio pie a la resignación y al mal hábito de aceptar por “costumbre” lo que no era correcto. Los pocos que se atrevían a denunciar eran separados del cargo (si era el caso de ostentarlo). El ciudadano que señalaba, exigía, denunciaba y criticaba era ignorado por años, pero sí tomado en cuenta cuando de elecciones se tratara. Esta terrible práctica del pasado sigue vigente en el presente, pero ahora con más fuerza por el impacto de las RR.SS, en donde no hay espacio para la crítica, ya que se han formado cónclaves y similares dispuestos a disparar en contra de todo aquel que piense y vea distinto al egoísmo politiquero.

El pasado 5 de julio vi en pantalla, a un joven diputado despotricar contra los ciudadanos que decidieron no asistir a la concentración convocada por el presidente (e) Juan Guaidó. Además de ser un hecho condenable, es aquí cuando se evalúa el tipo de político que se tiene y la calidad de “dirigentes y representantes” con los que se cuenta, en el momento más crucial y difícil de nuestra historia republicana. Muy bien lo dijo el mismo presidente (e) Guaidó en esta fecha: “la crítica es necesaria para corregir errores, las necesitamos…”, por eso y tomando su palabra, los venezolanos le piden que se aleje de los intereses partidistas y de los corruptos que lo rodean, que fueron elegidos diputados porque no había otra opción, ya que se les votó para evitar que ganara el comunismo en la AN.

Si eres de los que discierne, ¡no te calles!, y sigue criticando a los que no lo están haciendo bien. Señala siempre con respeto, criterio y reflexión a los que ostentan un cargo público y descaradamente demuestran, que luchan por sus intereses personales y partidistas. Para reconstruir y refundar a la Venezuela de progreso que tanto deseamos, hay que formar parte de la crítica ciudadana, ser voz en la denuncia sustentada, porque es deber y derecho hacerlo. No te calles, guerrea en el teclado y únete a la ética, los valores, la moral y el deseo del bien generalizado en esta gran familia de VENTE VENEZUELA, en donde tu critica sí es escuchada, y lo mejor, ¡sin criminalizarte!

Publicista y editora

Promotora de Vente Los Salias