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La política y el mercado se parecen lo suficiente una con la otra. La política produce líderes y otros elementos para “la vitrina  pública”, mientras que el mercado no produce nada, pero es quien mete en la vitrina productos para la venta. De modo que, una como el otro, venden.

En tiempos pretéritos, quizá muy pretéritos, cuando no se conocía o se ignoraba la mercadotecnia, el marketing, publicidad y otros, el mercado se valía de otros medios y formas para vender más y mejor. Tanto es así que “el quesero”, después de alabar su queso, también mandaba a “publicistas-propagandistas” a  alabarlo en otros lugares y aldeas, pagándoles desde luego. Estos podían pasar una noche entera de un sitio a otro, en velorios, o en otras reuniones, hablando del queso de “don Emeterio” y encima, como si fuera cierto, afirmando que las vacas de ese señor, tenían ocho tetas en las ubres, por tanto producían más leche y mejor que las demás vacas.

Luego, hoy en post-contemporaneidad, en la mediana edad y el desarrollo en general de las civilizaciones (las cinco gigas y demás desarrollos puntuales), nos encontramos en una “descorazonada y ruda” competitividad en el mercado como en la política, incluso ésta ya con visos de pasar a otra guerra, propagandeada y publicitada pa´ que vos veáis.

¡Dios nos libre Albert Einstein! Competitividad, como dije, desaforada, que obliga al político, productor, al quesero, al zapatero, a las agencias de vehículos, cosméticos, entre otros, no sólo a alabar su propio queso, sino a ponerlo en las mejores manos súper-publicistas, en mercadotécnicos, en el marketing, propagandistas, en hacedores  de imagen, en re-inventadores de discursos o narrativas, en fin ¡vaya uno a saber!.

Y por qué tanto interés, sencillamente porque se quiere ganar elecciones, se requiere vender más zapatos “marca tal”, vehículos, pintura para labios; se desea no que las vacas en verdad nazcan con ocho tetas, pero al menos que nos las imaginemos.

En total, si usted político o política lleva el cabello muy largo desde hace mucho tiempo o mira volteado a la gente, o ríe mucho o ríe poco; o es agüita de babandi: Cambie de look, de ritmo, si se requiere. Dese otro corte de pelo a ver cómo le va con al masas sociales, por ejemplo.

Yo en lo particular, pondría mi imagen de pajarraco en manos de poetas, de escritores, en humanistas. Arturo Uslar, por si no lo sabía alguno, era gran asesor de publicidad. Chelique Saravia, poeta, asimismo es gran publicista y propagandista, “Ese hombre sí camina”. Algunos poetas son introvertidos, pero no le busques la lengua, porque te pueden presagiar hasta del mal que no padeces pero que te puede matar. El verso y la prosa están detrás  de la mejor vitrina.