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Todo aquel que discrepa, que no está de acuerdo, que manifiesta su diferencia o disconformidad con una idea, una política, una doctrina, creencia, sistema, comportamiento, ideología, situación o régimen, en fin, alguien que opina distinto, es un disidente.

En cualquier país civilizado, avanzado, democrático, un disidente es considerado un opositor, un adversario, un oponente, en el buen sentido; es alguien, que a pesar de sus diferencias, se le reconoce, se le respeta y con quien se debate y se puede convivir.

Lamentablemente en países con gobiernos totalitarios, despóticos, tiranos, dictatoriales, bárbaros, intolerante, etc., como en la Venezuela actual, un disidente es considerado un enemigo, un ser hostil, un traidor, desleal, al servicio de la CIA, del imperio o de otros organismos; en fin, alguien a quien hay que perseguir, censurar, encarcelar, torturar, castigar y hasta aniquilar o asesinar… Las consecuencias de la disidencia son brutales

Impedir que una persona exprese su opinión, su sentir, su criterio, apreciación o valoración, aún cuando sea contraria a la de quienes ostentan el poder, usando cualquier medio como la tortura, cárcel, martirio, persecución, amenazas, censura, etc.;  es violar sus más elementales derechos humanos y bajo un estado de terror.

En Venezuela muchos dirigentes políticos, militares, estudiantes, y ciudadanos comunes han sido víctimas de prácticas como las antes mencionadas. Hasta un mero Twitter ha sido excusa para constreñir los derechos de quien a “osado” criticar o expresar su parecer contra la actuación del régimen o sus representantes.

Nos basta una muestra: el más reciente caso de la joven clarinetista Karen Palacios, de 25 años, quien denunció en Twitter que la habían expulsado de la Filarmónica Nacional por haber firmado en contra del régimen y por esta razón la privaron de libertad durante 45 días en el Instituto Nacional de Orientación Femenina (INOF) o Cárcel de Mujeres, alegando que  incitaba al odio o por “instigación pública”

La joven músico fue excarcelada, pero quedó bajo régimen de presentación y hasta la fecha, resulta el venezolano número 18 privado de libertad por expresar su opinión en la red social.

Los medios en Venezuela y el mundo han venido publicando las denuncias de ciudadanos que han sido presos, torturados, violentados, y que no conforme con eso también a muchos les han robado sus pertenencias, comida, medicinas; se les ha impedido asistencia médica o que usen el baño y en el peor de los casos, han resultado muerto, durante su permanencia en las cárceles como presos políticos.

Si están libres se les acosa, se les saca de algún urbanismo, se  amenaza a sus familiares y se le abultan expedientes con mentiras y supuestos actos de terrorismo, incitación al odio o traición a la patria, entre otros señalamientos.

Bajo esta macabra actuación del régimen todo aquel que no esté convalidando sus desmanes e ideología es un enemigo que hay que subyugar o aniquilar.

Para los regímenes dictatoriales, autoritarios, crueles no importa los medios, maneras o formas y para ellos se usan funcionarios policiales, militares, tribunales, y todos los entes y recursos del poder para enmudecer y amedrentar a la disidencia.

Venezuela es un país con historia de lucha por su libertad, por la democracia, la justicia y la paz y no merece ser hoy ejemplo de terror.

Dios nos proteja en estos tiempos oscuros que se vive en nuestro país y que la diligente, rápida y efectiva participación del mundo entero, y todos los venezolanos, en el marco de los parámetros legales y democráticos, pronto podamos ver de nuevo la luz de la justicia, la libertad, la paz y la prosperidad en nuestro país