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Como todos sabemos, hoy la economía venezolana atraviesa la peor crisis desde que se tiene registro de los indicadores económicos. Esta semana que pasó vimos como el Banco Central de Venezuela aceptó, de forma muy tibia, la debacle económica que posiciona a la nación venezolana como la que ha tenido el peor comportamiento económico de un país que no está en “guerra” en la historia.

Todo es parte de un malévolo plan llamado “socialismo del siglo XXI” que no es más que la planificada y sistemática destrucción de la economía como arma de dominio político y social de toda una nación, y esto se evidencia en los indicadores sociales de organismos multilaterales que, con estupor, publican las escalofriantes cifras de los indicadores económicos.

El producto interno bruto tiene 4 años consecutivos decreciendo, para finales de 2019  la economía venezolana habrá retrocedido 60% en comparación con lo que fue en el año 2013, último año de crecimiento económico. Aunado a esto, se estima que la hiperinflación terminará en 10.000.000 % por 2019, sumado a la destrucción del sector petrolero que para abril de 2019, su producción era apenas de 730.000 barriles diarios, en el año 2000 la producción rondaba cerca de los 3.5 millones de barriles producidos diariamente, además de vivir las consecuencia de un sistema eléctrico destruido en sus 4 fases, generación, transmisión, distribución y comercialización, estas herramientas de destrucción de una nación tiene dos caras, como la moneda.

¿Esto cómo afecta a los ciudadanos venezolanos? Venezuela vive la más grande crisis migratoria de todos los tiempos, más del 15% de la población ha emigrado, y quienes se quedan dentro del territorio nacional ven como su calidad de vida cada día se deteriora a pasos agigantados; los precios suben en una espiral destructiva de la capacidad de compra de los sueldos venezolanos, servicios públicos prácticamente inexistente cuando en muchos sitios tienen que cocinar con leña, algunos tener luz de plantas eléctricas propias, y otros tantos solo tienen agua potable contratada por servicios de camiones cisternas y como si fuera poco, hay más de 3 millones de familia que la única alimentación que reciben, es la que proporciona el régimen a través de la corrupta red CLAP, aparte del doloroso drama que viven quienes hoy son enfermos en estado crítico o terminal los cuales tienen su sentencia de muerte en medida en que la permanencia del régimen socialista continúe.

Es obvio que la destrucción de la economía y de los sectores que son clave para sostenerla, son parte del plan de exterminio socialista que hace a la economía misma un arma de destrucción masiva.

 

@JuanFreites

Coord. Vente Vargas