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Inicio esta primera entrega como simpatizante de VENTE VENEZUELA, agradeciendo la oportunidad para expresar mi opinión como CIUDADANA dentro de este importante partido que fomenta el progreso bajo la práctica de la verdadera libertad, esa que no se confunde con el libertinaje porque es responsable, manejándose en la ciencia de la autenticidad política para concretar una verdadera democracia que lleve a nuestra nación, hacia el bienestar absoluto con sentido nacionalista.

Mis aportes los haré en base a vivencias, observaciones y experiencias profesionales, así como en el conocimiento de cierta parte de la Historia, gracias a lecturas que hago y que tanto disfruto porque me permite comparar el pasado con el presente. Seré crítica a lo que considere no esté correcto, sin apasionamientos, siempre con respeto para construir y ayudar a corregir, por ende, amigo lector, seas o no de VENTE, mi respeto es primordial a tu persona porque te tomas el tiempo de leerme.

En materia: como profesional de la publicidad y de las comunicaciones, con experiencia en todos los medios por los cuales he prestado mis servicios, y siendo dueña de un medio de comunicación cultural, he sido y soy testigo a diario del deterioro del verbo, de la palabra, de la expresión… lo peor, más en un gran porcentaje (hay excepciones) en quienes trabajan en pro de la libertad, y obviamente en forma dantesca, en los que hoy usurpan el poder (caso aberrante).

Mi padre fue candidato presidencial en 1998. Trabajé en su campaña con nuestro extinto partido “Frente Soberano”, sin recursos ni tiempo, sin palancas ni padrinos, pero con muchas ganas de evitar que llegara al poder el más grande de los apátridas, resentidos e ignorantes de esta tierra, el gran hijo desnaturalizado de Venezuela: Hugo Chávez. Mi padre, a pesar de no haber tenido el apoyo financiero ni la maquinaria que tuvo el ladrón antes señalado (recordemos que EXPROPIAR ES ROBAR), a pesar de todo eso, logró sumar un porcentaje importante de votos que le dieron la victoria limpia para que se convirtiera en Diputado del Congreso Nacional.

Gracias a su discurso de altura, conciso, llano y muy claro, le dijo a electores de diversas clases sociales importantes verdades, sin groserías ni descalificativos, mostrando un plan para la nación con coherencia y efectividad. Se preguntarán, ¿y qué pasó con el triunfo?.. fue robado por la maquinaria de los partidos viciados de la “democracia”, ya que el Frente Soberano carecía del equipo que le defendiera sus votos en los conteos, entre otras cosas.

Retornando: crecí en la “democracia” de AD y COPEI, y recuerdo muy bien los discursos de cada uno, no solo de los partidos de la guanábana sino también de los que siempre competían sin llegar a mucho. Recuerdo particularmente al candidato del partido FEVO, y a pesar de que yo no tenía mayoría de edad para votar (me estrené votando por mi padre, el mejor voto de mi vida, ¡gracias a Dios!) ni tampoco pensaba en la profesión que tomaría años después, me impacté cuando vi a este candidato, porque algo internamente me dijo que Venezuela no iba por buen camino.

Veía en pantalla a una persona que se postulaba al cargo más importante de la nación sin preparación política, económica, geoestratégica ni de ninguna otra índole vital para la salud de la República (sin menosprecio). El candidato FEVO o BRUJO solo era especialista en hablar de un sueño que tenía para el país, en donde sería guiado por espíritus elevados para lograrlo (uno de ellos el de Simón Bolívar), y en cada encuentro con algunos medios, sus “discursos” con un verbo populacho, sin buena dicción y vestido de santero mayor (muchas veces con cintillo de plumas en la cabeza, de la vestimenta típica Apache, algo totalmente ajeno a nuestra cultura), quería convencer al elector de que él era la solución para los males del país.

Así como este personaje peculiar del ámbito político de esos tiempos, también existieron otros con más preparación que él, en donde se comunicaban de forma llana pero sin consistencia en los planes a presentar. Igualmente, hubo candidatos muy bien formados, de verdadera altura, como Rhona Ottolina, Gonzalo Pérez Hernández, Salas Römer, Irene Sáez, Oswaldo Álvarez Paz, José Antonio Cova, Luis Alberto Machado y Peña Exclusa (de los que más recuerdo). El común denominador de todos, desde el BRUJO hasta el ingeniero Peña, es que jamás se les escuchó una grosería o vulgaridad en sus mensajes ni mítines, en donde la euforia podía traicionar.

Hasta que en 1998 se comenzó a escuchar el verbo politiquero en su mayor esplendor. Ese “discurso” rojo estaba lleno de sangre desde 1992, y de paso, venía cargado de división, resentimiento y vulgaridad; lo más puro de lo soez hacía sentir el odio espeso, como el mismo petróleo. El apátrida de Sabaneta decía en un verbo fogoso y clave para engatusar a los electores cansados de la corrupción de la guanábana, todo lo que ellos querían escuchar. Cual serpiente, hipnotizaba ágilmente a los que la “democracia” solo atendía en elecciones y luego olvidaba en el resto de la existencia republicana. Como buen hijo de Maquiavelo, viendo grietas, Chávez se metió en los más oscuros huecos del alma del pueblo para sisear “verdades”, pero a su manera.

Y así comenzó todo, las groserías prohibidas en otros tiempos comenzaban a verse de forma “normal”, porque sencillamente formaba parte del “discurso político”, del “cambio”, de la “personalidad” del candidato. El insulto y lo soez eran parte del show; la descalificación parte de la estrategia; la improvisación parte del humor; la amenaza parte de la sentencia y la orden de tortura a posteriores; el canto desafinado parte de la distracción, y la mentira, la base principal para preservar el poder.

En fin, ese verbo deforme, con saña, odio, venganza y tantas falsedades muy bien llevadas y maquinadas para destruir al país más bello del mundo, es lo que los venezolanos preparados y los que ya han despertado del letargo rojo, hemos tenido que escuchar cual tortura en veinte años de secuestro comunista. La degeneración de la palabra, la aberración del “discurso”, la destrucción de nuestra lengua castellana en pro de ganar votos, debe frenarse ¡ya! como mala praxis política para todo aquel que aspire a un cargo público, sea cual fuere.

La grosería debe prohibirse en la voz del candidato, ¡y hasta sancionarse si es necesario! En la nueva Venezuela debe exigírseles (a los candidatos) la formación universitaria completa, con título en mano, con especialización y hasta el manejo de otro idioma (aunque sea nivel medio). La razón: no solo por tema de calidad profesional para el cargo a ostentar sino, porque el cerebro se expande y genera un banco de palabras muy amplio que permite fluidez y genera congruencia de ideas.

El populismo demócrata permitió un mal entendido comportamiento de la libertad y de los derechos ciudadanos. Cómo fue, y ha sido posible, que personas carentes de una real formación hayan sido aceptados como candidatos, solo para justificar una vida “demócrata”. Es vital y obligatorio que los ciudadanos exijan a los que ostentan cargos públicos, así como a los que pretendan tenerlos, que erradiquen de su verbo para las masas el paquete de groserías y/o vulgaridades para establecer contacto.

El humilde, tal vez no sepa el significado de ciertas palabras por carecer de formación, sin embargo nuestro idioma castellano es uno de los más extensos, ricos y completos del mundo, por lo que da la opción de generar un buen mitin con palabras llanas, claritas y sin tantas vueltas. Lamento ver a líderes juveniles y “políticos”, el carecer de léxico para hablar en público. Hacen de lo soez parte de ellos, como si esto los acercara al pueblo y al ciudadano, porque creen que lo vulgar les da autoridad y respeto. Algo a reconocer en los viejos políticos es la calidad de su lenguaje.

El populismo verbal arraigado como “cultura” en nuestro país, cultivado por décadas, lamentablemente engendró a un monstruo que sencillamente debe pulverizarse, si realmente se quiere tener a un país de primer mundo. La autoridad moral, los valores y la educación desde cualquier óptica, son parte de la formación del verdadero político e implican, la tarjeta de presentación del venezolano ante el mundo, porque ellos son el reflejo de la nación.

Hay infinitas formas de llegar a las personas, sin groserías, ¡dando en el clavo!, por ello aplaudo como publicista, comunicadora y ciudadana a María Corina Machado, porque su verbo político es clarito, con moral y de altura. María Corina llega a todos los sectores sociales con un verbo limpio, posicionándola como la líder que es, una mujer muy preparada para enfrentar el reto que sea, y obvio, representa estupendamente a esa Venezuela demócrata, de progreso y nacionalista ¡Viva el buen léxico, viva el verbo político!

Sully Sujú Torres

Publicista y Editora