Son 20 años viviendo dolor, miseria, sufrimiento y oscuridad en un país que era el paraíso. Hoy, Venezuela vive la peor tragedia humanitaria en su historia, el comunismo se volvió el infierno de toda una nación, ver a mis conciudadanos deambular por las calles sumergidos en el hambre, la desesperanza y la miseria me hace entender que mi rol en el país es ser un agente motivador, esperanzador y luchador.
Como joven, a mis cortos 24 años, entendí que si no luchamos, si no soñamos y no creemos en nuestras convicciones y en nuestra libertad individual, seremos siempre la sombra del estado que nos controla y oprime. A los venezolanos nuestro país, es como un amor que se ve imposible lo cual nos hace desearla más que nunca y verla libre, próspera, llena de amor, de valores, de entendimiento y optimismo.
Muchas veces me pregunté: ¿vale la pena vivir en este paraíso hecho cielo en la tierra? ¿vale la pena enfrentarse a los demonios que han convertido nuestro paraíso en un infierno?. Mi respuesta siempre fue y sigue siendo la misma y es SI. Vale la pena Seguir creyendo y apostando a esta tierra que te atrapa, te envuelve y te posee con sus encantos, a Venezuela la han matado, pero nuestro amor es más fuerte, por eso la seguimos defendido y por eso sigue de pie, llena de fuerza, coraje, integridad y decidida a ser libre.
Nunca he dejado ni dejaré de creer en el renacer de este cielo llamado Venezuela, nunca dejaré de desistir en construir una Venezuela de libertades y de oportunidades, insistiré hasta el fin de mis días en un país de dignidad, me aferro a la ruta del coraje, porque es ella la que nos llevará a vencer.
Aquí quién no lucha, no vence y los buenos vamos a vencer por la República liberal que queremos conquistar.