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Hoy los venezolanos, tanto dentro como fuera del país, nos encontramos enfocados en un único objetivo: La salida definitiva del régimen chavista, que usurpa funciones institucionales en todos los niveles del poder público. El día que cese la usurpación será de júbilo nacional; el día después, comienzan los retos de la Venezuela post Maduro.

La destrucción legada por un modelo económico nefasto, amerita la adopción inmediata de medidas coyunturales, como la entrada masiva de ayuda humanitaria para millones de personas al borde de la muerte; así como también medidas estructurales orientadas a recuperar nuestra economía. Se necesita con urgencia elevar los niveles de producción nacional, para lo cual se requieren inversiones multimillonarias, tanto nacionales como extranjeras. La pregunta obligada es, ¿Será suficiente el cese de la usurpación para recuperar la confianza de los inversionistas en el país?

Los economistas usamos datos del pasado con el fin de proyectar resultados futuros. Las expectativas de los inversionistas son formadas de manera similar.

No podemos pasar por alto el hecho de haber tenido en nuestro país como presidentes de la República a dos hombres que, en medio de aplausos y bajo la mirada  complaciente de los demás poderes públicos, expropiaron todo tipo de empresas, inmuebles y miles de hectáreas de terreno a nivel nacional; impusieron controles económicos y regulaciones burocráticas que asfixiaron al emprendimiento y ahuyentaron la inversión; y usaron la renta petrolera para incrementar las importaciones en detrimento de la producción nacional, llevando a la quiebra a miles de empresarios considerados enemigos de su proyecto político. Todo esto constituye una violación directa a la propiedad privada, un golpe al libre mercado cuyo resultado es la crisis humanitaria que  vive Venezuela.

Nuestro pasado reciente es un fantasma que nos persigue, y que no podremos subestimar a la hora de  intentar recuperar la confianza de los inversores.

¿Cómo dar garantía de que un nuevo gobernante no tomará medidas que perjudiquen los intereses de los inversionistas?, dicho en términos más comunes para los venezolanos ¿cómo evitar que vuelva al poder un Hugo Chávez o un Nicolás Maduro?

En 1928, Juan Vicente Gómez reformó la Constitución Nacional de 1922, añadiendo el inciso 6 al artículo 32, en el cual se prohibía la propaganda comunista y anarquista en Venezuela. Quizás para algunos, una medida similar pudiera evitar que llegue al poder nuevamente un candidato con ideología socialista. Sin embargo, los venezolanos sabemos por experiencia propia que los socialistas no siempre llegan al poder hablando de socialismo.

La mejor garantía para recuperar la confianza de los inversionistas parte de una solución institucional, en la cual se priorice el respeto a la propiedad privada como derecho fundamental, derogando todas las leyes, decretos, controles y disposiciones que atenten contra la libertad económica, indispensable para la generación de riqueza, y reforzando la independencia de poderes, para que cualquier gobernante que, tomando en cuenta los retardos temporales de las políticas económicas (cuyos efectos positivos se ven luego de cierto tiempo), cause daños en la economía nacional, sea sometido a un procedimiento administrativo, para nunca más llegar a una grave crisis económica.

Se debe eliminar de la constitución, y de todo nuestro ordenamiento jurídico, la perjudicial figura de la expropiación, lo cual sería una medida impensable para un socialdemócrata, quién la justifica cuando se realiza con fines de “interés social”, definido éste por el mismo gobernante. Cada vez que el Estado desee llevar a cabo la construcción de una obra que requiera adquirir inmuebles o tierras privadas, deberá ir de puerta en puerta a negociar con los dueños de dichos bienes, y de obtener una respuesta negativa, deberá replantearse la ejecución de la obra, respetando así los derechos individuales. Esto, que podría parecer un atentado a la operatividad del Estado, dará confianza plena a todo el que quiera invertir en el país, elevando así el capital, el empleo y la producción, lo cual se traduce en el tan anhelado crecimiento económico, y por respetar los derechos y libertades individuales, se impulsará también la calidad de vida y el desarrollo humano en todos sus ámbitos.

El irrespeto a la propiedad privada debería ser considerado un crimen de lesa humanidad, el genocidio en Venezuela es la prueba contundente.

Coord. Vente Joven Mérida.

@jesuscastillomz