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Recientemente hemos sido testigos de la defensa de los ideales socialistas por parte de algunos dirigentes quienes, a la ligera, afirman que el régimen no es socialista, sino “de derecha”. Esta clase de comentarios demuestran dos cosas: que, por un lado, se ignora mucho de lo que significa “la derecha” y, por el otro, que hay una clara convicción sobre lo que representa el socialismo que defienden.

Creo en la libertad individual y, por lo tanto, la defiendo y la promuevo. Eso implica tolerancia, pero no con el intolerante ni contra aquel que atente contra la vida, la libertad y la propiedad. En democracia, desde luego que el pluralismo es válido, pero siempre que se apegue a las reglas claras de esa democracia, con justicia y con respeto a las instituciones y al estado de derecho. Sin impunidad ni chantaje.

En efecto, la tolerancia pasa por aceptar otras religiones, otros pensamientos políticos, etc., pero siempre que esos otros también respeten mi libertad de defender y promover lo que creo y no pongan en riesgo nuestros valores como sociedad. Reglas claras e incentivos adecuados son fundamentales en una sociedad y su pacto. Quien desea defender algo, debe hacerlo apegado a normas que hacen que ese algo sea aceptado/tolerado. Quien pretenda convertir ese algo en criminal o fuera de la norma, es decir, quien atente contra la vida, la propiedad y la libertad, debe someterse a la justicia.

Celebro a quienes andan mostrando su visión ideológica por ahí –en particular la visión socialista-. Estoy en absoluto desacuerdo con ella, me opongo rotundamente y creo que esa visión nos trajo al país que tenemos y creo que debe haber justicia. Soy libre de hacerlo, como ellos son libres de creer en ella, aunque sea una ideología fracasada.

Mientras más dirigentes develen sus creencias ideológicas, más oportunidad para la diferenciación. Estoy convencido de que las ideas de libertad, más temprano que tarde, terminarán por gobernar a Venezuela. Comentarios como los de esos dirigentes, ayudan a que esas ideas florezcan y lleguen a más gente. Basta con recorrer el país para darnos cuenta –y creo que ellos no lo recorren-.

Por lo tanto, no caigo en el juego de la censura a la crítica que algunos pretenden imponer para ocultar la visión ideológica de esos dirigentes ni caigo en el chantaje de que ellos han luchado más que otros. Al final, defienden ideas retrógradas y conducentes a la miseria y me opongo totalmente a ellas, pero me alegra que las defiendan, así quedan en evidencia.

Mi problema no es con esos dirigentes, sino con lo que algunos pretenden hacer de ellos y que creamos de ellos. No han luchado más que otros ni sus ideas son mejores. Defiendo su libertad de creer en eso, pero promuevo mi libertad de oponerme. Yo no quiero más dirigentes como esos, que son “valientes” sólo por una visión ideológica. Quiero ciudadanos comprometidos con la libertad y con la democracia; con el pleno ejercicio de éstas.

No pretendo que ellos piensen igual a mí, porque eso es precisamente lo que hace el socialismo en el que ellos creen. Defiendo su libertad de mostrarse como son, porque aunque esa ideología sea contraria a la dignidad humana, ellos se diferencian de quienes creemos en la libertad.

Yo estoy convencido de que el culpable de nuestra tragedia es el socialismo. Que algunos lo defiendan, es su asunto y tienen libertad de hacerlo, pero yo tengo toda la libertad de oponerme. Ha llegado hora de las ideas de libertad y quien crea en socialismo tendrá que entenderlo. Mientras más salgan a relucir esos dirigentes, más evidentes serán la diferenciación, la ruptura histórica que se aproxima y la oportunidad para ideas de libertad. Quien quiera combatir socialismo con más socialismo, recibirá la lección de esas ideas libres, que son las únicas que funcionan

Aquellos que quieran defender las ideas del socialismo deberán entender que, entre otras cosas, estarán bajo el escrutinio de una sociedad que ya sabe que el socialismo le trajo miseria y que no funciona. No hacen falta intérpretes de los socialistas que sirvan para replantear lo que los socialistas dicen y así hacerlos parecer menos socialistas. Tampoco hace falta que pretendan vendernos de que lo de Venezuela no ha sido socialismo de verdad y que hay que ir por el verdadero. En realidad, sí es socialismo lo que hemos vivido y sus resultados no distan de los resultados históricos que ha dejado en la historia de la humanidad.

El país sabe que ese modelo se agotó, que no se trata de pasar de un socialismo carnívoro a uno vegetariano y que lo verdaderamente importante es la libertad. Venezuela está lista para decir #SocialismoNuncaMás.