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Nunca hemos estado tan cerca, jamás habíamos llegado tan lejos. Parece un juego de palabras contradictorio, pero no libertad, está muy y cerca y nuestra voz es escuchada en todo el mundo.

Pero aún no hemos ganado, estamos en ese séptimo de la final, con ventaja en el noveno, somos Home Club así se empeñen ellos en hacernos creer lo contrario. Con solo mirar las tribunas es obvio que somos Home Club. Nuestro pitcher cerrador da cierto aire a Mariano Rivera, es moreno, bastante delgado, luce sereno, nos transmite estar en control.

Volteo a ver a mis compañeros en el Dogout, unos aprietan los dientes, otros se suenan los dedos, mi amigo “El jefecito” se come las uñas, siempre tiene esa costumbre, pero ahora se le nota la ansiedad. Estamos sentados, pero esa aparente tranquilidad está por desbordarse, cada quien en su mente, estoy seguro, está recreando el último out.

Yo quiero que el cerrador liquide con un ponche abanicado. Se me salen las lágrimas, ojala nadie lo note. Trataré de calmarme, faltan tres outs, faltan tres outs, faltan tres outs. Este juego ha sido muy largo, demasiado sufrido, demasiadas humillaciones por tanto tiempo, faltan tres outs.

A partir de hoy no seremos los mismos, pero estoy convencidos que seremos mejores, aprender a ganar es importante porque nos habrá enseñado a ser exitosos.

Faltan tres outs y ellos lucen devastados, veo para el otro Dougout y en sus miradas hay miedo, el verdugo caído en desgracia, miradas pérdidas sin esperanzas, están derrotados. Vamos carajo a liquidar este último inning.

¡Triunfaremos!

 

Raef Zibaqui