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Es increíble lo que nos está pasando y no nos percatamos de la gravedad del asunto. Nos hemos dejado apabullar por gobernantes ilegítimos, corruptos, ineptos, bandidos. Pero el problema es que son pocos los que dicen algo y la mayoría no dice nada, están resignados. Los que se atreven a protestar, sean políticos o sociedad civil organizada, son encarcelados, exiliados, torturados; en el peor de los casos los tiran de un edificio y después explican que se suicidaron. Hemos preferido escondernos en nosotros mismos y ya no sabemos cómo salir, la situación es tan agobiante que no planificamos ni siquiera para el día siguiente.

Creo firmemente que Dios está con nosotros. Pero lo que nos está sucediendo nunca antes se ha visto y no podemos seguir permitiéndolo. Nos despojaron de un sueldo digno hasta el punto que una secretaria gana más que el profesor, el alguacil gana más que el juez, la quincena no alcanza para comer un día, el pollo o el queso y la carne son un lujo inalcanzable.

En este escenario tan inhóspito muchos han preferido huir del país, otros se han suicidado, bastantes se esconden en sus casas, algunos ruegan no enfermarse por que las medicinas no se consiguen, o son inalcanzables debido al costo tal alto que tienen. Las familias Venezolanas antes unidas, ahora se encuentran esparcidas por el mundo, las madres rezan por esos hijos y nietos que no saben si algún día volverán a ver en persona, nos conformamos con celebrar los cumpleaños o logros vía telefónica. Esta situación es tan caótica y amenazante que muchas madres prefieren regalar a sus hijos para que al menos puedan comer.

Muchos tienen miedo de salir porque no saben si regresan vivos, pues los secuestros y asesinatos se cometen a pocos metros de nuestra casa. Tu dinero ahorrado ya no te pertenece porque en el banco no hay efectivo. Sólo compartes miradas tristes con tus vecinos.

Hasta el agua potable se tornó un lujo, ya que nunca más llegó por tubería y los camiones cisternas la venden al precio que les da la gana. El honor y los valores casi desaparecieron, nuestra sociedad, antes alegre y próspera, se ha convertido en grupos o personas egoístas luchando por sobrevivir. La esclavitud resurge en pleno siglo veintiuno.

Me pregunto qué más nos pueden quitar, si es que ya no tenemos nada; si bien muchos conservamos la dignidad, hasta la vida nos están quitando poco a poco, robaádonos la voluntad de vivir. Nos han impuesto la ignorancia como norma, premiando al que no hace nada por vivir de manera digna con bonos y prebendas que no son más que limosnas, hasta la manera de hablar y escribir de manera correcta. Nos están diseñando el tiempo para que lo gastes en todas las cosas improductivas que existen. Insisten en imponer mesas de diálogo organizadas para frenar el descontento y ganar tiempo.

La poca comida que ofrece el régimen es de la peor calidad; vieja, sucia y hasta contaminada, hemos llegado al punto que las personas pelean por la basura tirada en las calles de cualquier ciudad de Venezuela. Nos impusieron las mal llamadas «perreras» y las aceptamos como si fuera una cosa natural. Se robaron todo de manera impune. Los militares son los mejores remunerados y los peores formados, hasta el ilegítimo presidente es poco menos que analfabeta.

¿Qué más esperamos? ¿Huir soluciona algo? ¿Qué ejemplo estamos dando a nuestros hijos? Solo pedimos a Dios que nos ayude, pero no hacemos nada por lograr algo. Aún tenemos un rayo de luz la esperanza es la última que se pierde, pero tenemos que luchar con esfuerzo para poder salir de semejante atolladero inducido por gobernantes corruptos, atornillados en el poder a través de la fuerza. Quiero creer hasta mi último aliento que es mejor morir de pie, que arrodillado ante delincuentes. Tengamos fuerza, valor y firmeza para quedarnos y luchas por la libertad de nuestra nación y el quiebre definitivo de la dictadura.

Wilfredo Sénior Jordan, coordinador de Asociaciones Ciudadanas de Carirubana.