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Hoy en día cuando vemos con estupor como nuestra nación se desintegra, como la juventud huye del país como si estuviéramos inmersos en una guerra, vemos como la deshumanización gana terreno en nuestra idiosincrasia, vemos tantas cosas barbáricas,  de las cuales tenemos la obligación ética y moral de no acostumbrarnos, y mucho menos quedarnos callados ante el horror que hoy se apodera de Venezuela.

Son 20 años de un sistemático ataque al tejido social que compone nuestra nación, la misión del régimen es quebrarnos para sembrar el caos. La barbarie y el terror han azotado a la sociedad venezolana durante 20 años, donde la inseguridad ha sido política de Estado, la violencia ha sido ejercida por el Estado y sus mafias –que son parte de él-. Todo esto con el fin de sembrar el horror dentro de la población, para intentar detenerla frente a las arremetidas comunista de un régimen totalitario y criminal que quiere secuestrar a la nación venezolana para perpetrar la más abominable destrucción de una nación occidental.

Son momentos duros, de mucho dolor y sacrificio, pero a su vez de mucho aprendizaje, donde los venezolanos nos dimos cuenta que nuestra arma más poderosa es la dignidad, donde los valores y principios son nuestros pilares que nos sostienen de pie ante la barbarie comunista.

A nuestra generación le toco duro, durísimo, no fuimos los responsables de llegar hasta aquí, pero si somos éticamente responsables de detener este horre que consume a la nación Venezolana.

Ante eso, no tenemos otra opción erigirnos como un pueblo valiente y  colocarnos del lado de la nación venezolana, tenemos que luchar sin cesar, dentro y fuera, por los cuatros costados, es el momento de la reorganización ciudadana y enfilarnos todos en un objetivo único la salida de Nicolás Maduro y su tiranía.

¡El horror tiene que terminar!

@JuanFreites