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Escasez, miseria, sangre, muerte. Es lo que hoy resume la realidad de Venezuela. Desde que el “Socialismo” llegó al poder en 1998 la situación del venezolano ha ido en declive gracias a las expropiaciones, corrupción, persecución política, represión, secuestro de los poderes públicos, masacres en las cárceles.

En las cárceles venezolanas la situación no es nada alentadora; el pranato, los motines, el hacinamiento, sin contar con las gravísimas epidemias (no sólo sanitarias, sino además de odio) que existen sin ningún control.

Sin bien es cierto que el Estado ha hecho avances en la materia, estos son en mi humilde opinión, por razones populistas o burocráticas, la existencia de un Código Orgánico que regula el Sistema Penitenciario demasiado inadaptado a la realidad por falta de operatividad, un Ministerio de Servicios Penitenciarios irresponsable e incompetente, y por último, programas sociales tan insólitos como darle una beca (en dinero) a los privados de libertad mientras nuestros estudiantes están luchando por seguir estudiando.

Por otro lado, la falta de gobierno a lo íntimo de la cárcel, donde no son los funcionarios de seguridad los que ejercen el control sino una especie de “liderazgo emergente” llamado Pran, cuya línea de acción es ley que se cumple y no la ley que ha establecido nuestro ordenamiento jurídico en la materia.

Las cárceles venezolanas se convierten entonces en pequeños “guetos” que insólitamente poseen en su interior banca, piscinas, casinos, lugares de juego, “lujosas” celdas, entre otras cosas divertidas para estas personas que tienen el poder, cuya finalidad exclusiva no es más que imponer la ley del más fuerte.

Por otro lado, el débil tiene que vivir o mejor dicho sobrevivir arrodillado ante la corrupción imperante sin tener certeza de que en el próximo minuto cualquier individuo puede entrar a su celda a asesinarle, la garantía de vida se paga en bolívares o en dólares.

 

El desgobierno es tal en las cárceles venezolanas que casi siempre se presentan motines en las cárceles que desencadenan en masacres. En los últimos meses se han presentado dos. Masacre de Puerto Ayacucho y Masacre de PoliCarabobo que ha dejado casi una centena de muertes, sin contar con los miles que son torturados o reciben tratos crueles e inhumanos.

No sólo se presenta esta situación, también el hambre y las enfermedades infecciosas están presentes, la mayoría de los privados de libertad no tienen los mininos cuidados de salud y casi nunca son alimentados de forma adecuada.

Todo esto nos permite concluir que el régimen venezolano ha fracasado y su socialismo ha llevado a cabo una violación sistemática de los Derechos Humanos mínimos, nuestras cárceles se han convertido en fábricas de la muerte, campos de concentración silenciosos.

La solución a este problema es privatizar nuestro sistema carcelario en la forma de concesiones (al estilo del EUA y Europa) cuya participación del Estado debe ser mínima y potenciar la seguridad privada en estos espacios.

“La Libertad es un bien tan precioso, que cuando esta es limitada a causa de conductas delictivas, el Estado debe generar los instrumentos necesarios para protegerla”

Erasmo Velásquez

@Erasmov7