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El “Caracazo” es la piedra angular de un sinfín de mitos que nacieron a partir de la situación de esa época. Distintos líderes políticos han mitificado estos hechos, llamándolos desde “rebelión popular”, hasta el “despertar de un pueblo cansado”, cuando realmente fue una muestra de vandalismo y de violación al derecho a la propiedad y a la vida de una nación entera, la cual estaba sumida en la miseria y en la pobreza por causa del socialismo “ligero” implementado por los diferentes gobiernos desde la salida de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

El 27 de febrero de 1989 el país estuvo sumergido en una ola de violencia social sin precedente. Esta desencadenó desde incendios hasta graves saqueos. Esta inusual situación fue sorpresiva y cobró la vida de muchas personas. El número de pérdidas humanas, según cifras oficiales, es de 267, no obstante, otras fuentes afirman que superan las 3.000 víctimas fatales. Mientras tanto se estima que la cifra de heridos y lesionados es mayor al millar. La cantidad estimada de negocios saqueados es de al menos 2.000 comercios en todo el territorio nacional.

El móvil que desató estos actos vandálicos fueron los anuncios de las medidas económicas (conocidas popularmente como “El Paquetazo”) que serían tomadas por la administración de turno. Ese programa, conocido como Plan de Ajustes Macroeconómico tenía matiz impopular y, ciertamente, causó descontento en la población, mas no fue la causa del empobrecimiento y de la situación de miseria atravesada por Venezuela en ese momento.

Entre las recetas económicas anunciadas entonces por el naciente gobierno estaba la liberación de precios de todos los productos, con excepción de 18 rubros de la cesta básica, el aumento de la gasolina y el pasaje, la privatización de empresas del Estado y una reducción en los impuestos y en el gasto público.

Para analizar objetivamente los hechos, debemos en cuenta el contexto económico en el cual se encontraba el país. En primer lugar, Venezuela tenía un elevado gasto público sostenido con la renta petrolera. Este despilfarro estatal estaba destinado a financiar los planes sociales que, en lugar de eliminar la pobreza, la aumentaba. En segundo lugar, desde el inicio de la democracia, el Estado empezó a intervenir en la economía, imponiendo controles sobre los precios, las divisas y nacionalizando industrias básicas.

Las restricciones gubernamentales en materia económica no tardaron en surtir sus efectos, y la desaparición paulatina de los productos se hizo notar. A principios de la década de los ochenta cuando esas intervenciones se hicieron cada vez más agudas y rigurosas, los productos empezaron a escasear y el poder adquisitivo del venezolano venía en detrimento gracias a la inflación. El rápido empobrecimiento de la población y los bajos estándares de vida fueron ocasionados por todas las políticas socialistas y populistas de los gobiernos de la época.

Aunado a esto, la inflación fue un factor determinante: ayudó a destruir el poder adquisitivo de la población y contribuyó con el incremento de los niveles de pobreza. Los años ochenta estuvieron marcados por eventos donde se devaluó fuertemente el bolívar. Las consecuencias de estas medidas fueron nefastas.

Para el año 1989 el país sufría las consecuencias de los controles económicos. La pobreza y la escasez formaban parte de la vida cotidiana del ciudadano de a pie, al contrario de lo que se ha sostenido desde esa fecha, Venezuela no se empobreció a raíz del “Paquetazo” anunciado por Carlos Andrés Pérez. Nuestra nación, de hecho,  ya estaba sumergida en la miseria a causa del socialismo «light» impuesto por los gobiernos anteriores.

El “paquete” de medidas sólo fue el desencadenante responsable de llevar a miles de personas a saquear y a violar la propiedad ajena, mas no creó la situación de pobreza que se vivía en ese entonces.  Estas condiciones se convirtieron en caldo de cultivo para los eventos siguientes. La miserable calidad de vida generó desesperación en la ciudadanía, la cual exigía un cambio de aires que resultara en una mejoría notable en su calidad de vida.

Las condiciones de vida de los venezolanos se encontraban deterioradas para la fecha. Lla miseria, la escasez y la inflación hacían mella en la vida de los ciudadanos, empujándolos a vivir en la zozobra, la cual viene de la mano con la pobreza. Poco tuvieron relación con el programa de ajuste impulsado por la Administración de Carlos Andrés Pérez en el año 1989 con la situación que se vivía en ese entonces. Es un mito que el «neoliberalismo destruyó la calidad de los venezolanos. La pobreza fue consecuencia de las medidas tomadas por las administraciones anteriores, todas de carácter populista y socialista.

Para concluir, no sólo es un error asumir que lo ocurrido en 27 de febrero fue un acto heroico, es inmoral, pues lo hechos demuestran que no fue un acto de rebelión propio de un país oprimido. Lo ocurrido fue vandalismo en masa, donde se violaron los derechos de propiedad y resultaron víctimas quienes eran inocentes.

De ninguna manera se debe defender el saqueo y la destrucción de la propiedad, y menos debe ser usado como bandera política. Lo acaecido el día 27 de febrero de 1989 fue un acto criminal que merece el rechazo de cualquier persona con  valores. Quien defiende el saqueo, el hurto y el asesinato es, sencillamente, un criminal.

Twitter: @Luisferob