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Como joven venezolano de 20 años de edad, me veo en la responsabilidad de denunciar al sistema que nos ha provocado la peor crisis política, social y económica en nuestra historia. Una dictadura socialista que aplica un sistema a la perfección (si, a la perfección). El resultado final del socialismo es, precisamente, lo que hoy vivimos: hiperinflación, escasez, pobreza, corrupción e inseguridad.

Hoy, en nuestro país, nos encontramos con un fenómeno muy complejo que requiere de estudio; no sólo tenemos un régimen totalitario socialista, sino también una «oposición» política e intelectual promoviendo las mismas ideas de pobreza y miseria. Es por ello la importancia de promover el único sistema viable de la historia, que trae consigo desarrollo, riqueza, éxito y, por lo tanto, también felicidad.

En principio, téngase claro que capitalismo no es una mala palabra. Creer en el capitalismo es creer en la libertad, es creer en el único sistema que, moralmente, ha garantizado – durante la historia – los derechos individuales, políticos y de libertades económicas esenciales para el desarrollo de la humanidad.

El capitalismo produce la riqueza de las naciones y, por lo tanto, sus individuos obedecen la naturaleza del hombre exigiendo LIBERTAD. Es, precisamente, esta libertad para crear y pensar, la que hizo de éste el único mecanismo exitoso de generación de riqueza. Sin embargo, en nuestra historia republicana, pocos son los políticos e intelectuales que se han dedicado a defender estas ideas, ideas que funcionan, ideas de libertad. Por ende, como joven venezolano, fiel creyente de las libertades económicas, quiero refutar las principales críticas hechas al capitalismo; críticas que son, realmente, falacias hechas por quienes desean el control político obstruyendo la libertad, la igualdad ante la ley e irrespetan el proyecto de vida del individuo.

  1. «El Capitalismo genera desigualdad»

Primeramente, deberíamos pensar: ¿Es la desigualdad de resultados verdaderamente mala? ¿Es malo que exista diferencia entre unos y otros?  No, no lo es, es algo natural y espontáneo. La pobreza es el problema, no la desigualdad; sin embargo, la mayor igualdad posible se adquiere sin la presencia de coacción gubernamental y con un alto grado de libertad. Es por eso que la crítica marxista parte de una premisa errada: buscar una igualdad irracional. Bajo ese concepto podríamos decir, por ejemplo, que si todos somos pobres está bien, ya que existe igualdad, ¿correcto?

Hablando entonces del verdadero problema (la pobreza), es cuando aparece el capitalismo como único sistema que hace posible el mayor crecimiento jamás antes visto. Basta con entender que en las épocas pre-capitalistas existía un nivel de pobreza aproximado del 95%, y la esperanza de vida y la mortalidad infantil estaban, porcentualmente hablando, en estados deplorables e inimaginables para nosotros. Es decir, el capitalismo brinda las mejores oportunidades para todos.

Hoy por hoy, los países que tienen mayor índice de pobreza, desnutrición, mortalidad infantil, son precisamente aquellos que no tienen libertades económicas.

  1. «El capitalismo solo beneficia a los ricos»

El capitalismo beneficia a TODOS los individuos activos, llámese activo a aquellas personas que quieran mediante su esfuerzo, talento, trabajo físico o intelectual, progresar y tener una mejor calidad de vida. Con su esencia indispensable de libertad, es un constante generador de empleos gracias a la facilidad de emprender, invertir, producir y crecer; es premiar el mérito y esfuerzo. El capitalismo es oportunidades y mejores oportunidades para todos.

  1. «¿Si el Estado no reparte la riqueza, quién lo hará bajo un sistema capitalista?»

La repartición de la riqueza que proponen los socialistas, es simplemente un Estado gigantesco que quita a unos para darles a otros (ya que no se puede dar lo que no se produce, y el Estado no produce nada). Cuando le quitas a un individuo su propiedad o el producto de su esfuerzo, está violando el derecho inalienable y natural a la vida.  El capitalismo no propone repartición de la riqueza, cree en la creación de ella, y así los individuos, en su accionar pacífico y voluntario, pueden valerse de la misma y, aquí quisiera agregar una frase de Ayn Rand: «El capitalismo ha sido el único sistema de la historia en el cual la riqueza no se ha adquirido mediante saqueo, sino mediante producción; no por la fuerza, sino mediante el comercio. El único sistema que ha defendido de los hombres a su propia mente, a su trabajo, a su vida, a sí mismos».

  1. «Si el Estado no interviene y regula, los empresarios, tarde o temprano, se aprovecharán de los consumidores»

Los socialistas poseen una constante desconfianza en los empresarios, al libre mercado y, por consiguiente, a la libertad. Pero son, precisamente, sus regulaciones las que encubren y hace más difícil detectar a los deshonestos.

«Los empresarios, tarde o temprano, se aprovecharán de los consumidores».  Con libre mercado y, por consiguiente, en competencia esto es falso; no sólo falso, es ignorante comentar algo así. Es no entender la competencia y, por ende, no comprende la ley de la oferta y la demanda; ley que no se puede transgredir, falsificar o implementar a la fuerza, ya que obedece el accionar pacífico y voluntario de individuos que persiguen un interés personal.

Si un empresario tomara la decisión de aprovecharse de sus consumidores bajo un sistema libre y competitivo, el mercado lo destruiría a sí mismo. La única forma de que un empresario tenga éxito, es si provee de la mejor forma posible a sus clientes. Por ello, la garantía que puede tener un consumidor es que el empresario persiga su interés personal, así debe satisfacer, en lo mejor posible, las necesidades de los demás.

  1. «Explotación laboral»

Durante muchos años, desde Marx hasta estos últimos días, los socialistas han promulgado la explotación laboral como una consecuencia irreversible en un sistema capitalista. Nuevamente, tarde o temprano, el capitalista termina aprovechándose y explotando al proletariado, según los socialistas.

Como todo argumento “progre”, esto es, evidentemente, falso. En un sistema de libre mercado existe entre empresarios y empleados una cooperación voluntaria al buscar y perseguir un interés y beneficio personal. El trabajador ofrece su esfuerzo y trabajo (físico o intelectual), y es indispensable para el empresario. A su vez, el empresario provee capital, herramientas, maquinarias, y por lo tanto, recursos para pagar al trabajador. Es decir, ambos se necesitan, ambos se complementan. El libre mercado asegura a los trabajadores la libertad de acceder o rechazar cualquier transacción o buscar mejores alternativas para sí mismo.

Con libertades económicas, las oportunidades de empleo serían innumerables, y si por alguna razón la empresa en la que se está no remunera lo suficiente, se podrá conseguir otra rápidamente. Sin embargo, esto sería utópico, porque el empresario, al perseguir un interés personal, entiende que debe satisfacer también a sus empleados.

Éstas son algunas críticas y engaños que se han predicado en cuanto al Capitalismo, hay muchas más.

Las ideas de libertades económicas hay que defenderlas y promoverlas en cada oportunidad que se presente, no sólo hoy, sino también en el día de mañana, cuando se obtenga la libertad de nuestra nación y podamos escoger democráticamente a nuestros políticos.

Escojamos sabiamente, optando por lo que sí funciona, dejando a un lado los controles y las intromisiones, la centralización,  estatismo y clientelismo; incentivando la inversión privada, la creación de empresas y generaciones de empleos, y en la instrumentación y respeto de un marco institucional que provean las condiciones favorables para desarrollar una sociedad de propietarios y emprendedores.