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Venezuela inició un nuevo año, una época que debe ser para la toma de decisiones individuales y grupales en aras de la libertad del país.

Y es que dos décadas de destrucción del sistema democrático y de la creación de una sociedad sumisa han hecho mella en la visión libertaria de la nación.

Es inaudito como la protesta por los perniles en diciembre fue más lapidaria para el sostén del régimen que varios meses de manifestaciones contra de la Constituyente y en favor del retorno de las libertades públicas en el país.

Esto nos debe llamar la atención y nos debe incitar a reevaluar la estrategia para enfrentar al Gobierno nacional y sus estrategias clientelares y populistas.

Este 2018 tiene que ser el año de la liberación nacional; debe ser el período que nos facilite canalizar el cambio y concretar la transformación del Estado, hacia la construcción de una Venezuela libre.

Usted, que me lee, como yo que estoy redactando este artículo de opinión, tenemos la obligación moral e histórica de ser parte del cambio, de generar las acciones que permitan la instauración, por vía cívica y constitucional, de un nuevo modelo de gobierno en Miraflores.

La ciudadanía venezolana está sumergida en una bifurcación de su historia, debe decidir entre seguir en la ruta que nos ha llevado a la anarquía política y la ruina económica y moral, o tomar la iniciativa y actuar con las acciones que conlleven a lograr las metas  a corto plazo y abran el camino hacia el cambio de Gobierno.

Este año, se espera que se realicen las elecciones presidenciales, además este año debe ser una ocasión precisa para reinventar la Unidad y edificar un nuevo liderazgo que impulse el desarrollo de nuevos métodos de lucha.

Estoy convencido que líderes como María Corina Machado, Leopoldo López, desde su prisión ilegal, Antonio Ledezma, desde su exilio obligado, Diego Arria y factores como Lorenzo Mendoza son esenciales para materializar un viraje en la oposición venezolana.

Este nuevo año, la oposición no puede ni debe cometer los mismos errores del pasado. Por ejemplo la trampa caza-bobos del diálogo tiene que ser superada definitivamente. Ir a dialogar con un gobierno que no busca acuerdos sino tiempo y las posibilidades de mejoría en ámbitos como el financiero, es sabotearnos a nosotros mismos como alternativa política.

Este año nuevo es la hora propicia para que la ciudadanía, de la mano de una renovada y más dinámica dirigencia política, se lance a la conquista de su futuro lleno de libertad y desarrollo.

Como ciudadano, como venezolano, me sumaré en este nuevo año a cualquier lucha cívica y pacífica y a cualquier acción que nos acerque más a una nueva Venezuela.

Seré parte de toda iniciativa que nos aproxime a un nuevo país donde la opresión sea cosa del pasado y donde cada miembro de nuestra sociedad pueda tener suficiente  comida en la mesa, adquirida por el fruto de sus esfuerzos y trabajo.

¡Este 2018 vamos a luchar!

Coordinador político en Vente Venezuela – Twitter: @wcaballerolopez