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14 de diciembre y no hay ambiente navideño por ningún lado; aquella alegría con la cual crecimos los venezolanos se esfumó por completo.

Las familias están entristecidas; no hay esperanza de una feliz Navidad en medio de un ambiente caótico y desesperanzado como el que estamos viviendo en este momento.

Para estos días, en aquellos tiempos que éramos felices y no lo sabíamos, los venezolanos estaban pintando sus casas, adquiriendo los diferentes productos de las hallacas y gastando los aguinaldos que sí rendían.

Hoy la cosa es distinta, el alto costo de la vida ha generado que muy pocas personas sigan llevando adelante las tradiciones decembrinas. Por ejemplo, la inmensa mayoría no pinta sus casas y ya las urbanizaciones populares y de clase media parecen como una copia al carbón de las zonas residenciales cubanas.

¿Quién puede comer pernil? ¿Quién puede hacer hallacas y brindar? ¿Quién puede comprar pan de jamón o jamón ahumado? Si apenas, al común de los venezolanos le alcanza para sobrevivir.

Esta situación empeora cada día y lleva al desespero a los venezolanos; la tristeza se ve reflejada en los rostros de padres que no pueden comprar ni un regalo a sus hijos y menos adquirir ropa para el estreno del 24 y del 31 de diciembre.

No veremos a niños estrenando bicicleta nueva, ni tampoco a niñas luciendo vestidos de estreno; no, estos «lujos» fueron eliminados gracias a eso que mientan el socialismo del siglo XXI.

Ya ni gaitas se escuchan, los normales amaneceres gaiteros se los llevó el tiempo consumido. Ya la felicidad navideña se ha convertido en la preocupación de fin de año.

Definitivamente, aquéllos que han dirigido los destinos de Venezuela por los últimos 19 años han aniquilado todo rasgo feliz de la idiosincrasia de los venezolanos. Ya sólo quedan despojos de aquel venezolano alegre y batallador.

Y el régimen sigue afianzando la creación de un modelo social basado en un ciudadano que pierda su ciudadanía; la visión estatal es que cada venezolano carezca de aspiraciones y sueños, conformándose con lo poco que obtenga del gobierno.

En Venezuela de hecho expropiaron las Navidades, expropiaron la felicidad y nos condenaron a ser una sociedad hundida en la desesperanza y en la angustia.

Tan sólo somos un recuerdo lejano de aquella nación de abundancia, jolgorio y prosperidad. Pasamos de ser la envidia de América Latina a convertirnos en el ejemplo de aquello que no se debe hacer.

No obstante, tengo la fe inquebrantable que la ciudadanía encontrará una salida en este 2018; un pueblo en la calle, organizado y consciente logrará la solución a la crisis generada por un pésimo gobierno.

Espero que tengan todos un Año Nuevo con libertad para cada uno de aquellos que soñamos con una nación realmente de oportunidad para cada hombre y mujer de esta tierra.