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Nos levantamos temprano si ese día nos toca trabajar ¡No queremos llegar tarde! eso nos caracteriza como una tacita de café para empezar el día con el embriagador aroma inconfundible que ya despide a solo intentar prepararlo, como Dios manda, y con el ultimo sorbo ya estaremos bien despiertos para disfrutar el largo día que sabemos que nos espera pero sin antes encontrarnos en la mesa en la que nunca falta con mantequilla que se derrama a los costado y el queso que parece adornarlas con un huequieto en el centro dependiendo de las benevolentes manos que las hiciera nuestro pan de todos los días la arepa.

Ahora si con la taza infaltable de la mañana, el combustible vigente solo hasta el mediodía, las charlas mañaneras típica con la familia que abarca mayormente las noticias del noticiero televisado y lo acontecido el día anterior con respeto a qué persona o cuál situación, solo nos queda un:  «Bendición» con la respuesta de un: «Dios me lo bendiga» que sea nuestro pase para poder salir.

En el transporte, a la típica hora pico muy amablemente con unos buenos días, dirigimos quienes nunca perdemos de vista nuestro deber con nosotros y con los demás, pidiendo permiso y disculpas al posible hecho de generar algún malestar.

Sin darte cuenta la jordana ya se termina, y si es viernes implica un fin de semana para descansar, unas buenas charlas sobre política y farándula que nos permitirán terminar esa larga semana con gracia sin echar de menos que mañana será sábado de celebrar cualquier cosa: un cumpleaños, una graduación, un bautizó, comunión ¡o algo se inventa! pues somos personas alegres.

Pero, ¿qué pasó? Una mañana nos despertamos sin aquel delicioso aroma, ni pudimos saborear el ultimo sorbo de café para empezar bien ese día ¡Empezamos mal! En la mesa, es constante su ausencia. Con suerte, un pequeño pan con algo de relleno, acompañado de un vaso de agua con suerte el combustible suficiente hasta noche o la tarde, depende de a qué hora prefieras sentir el hambre.

Ahora nos toca decidir si trabajar o hacer la cola para el Pan de mañana, pero, sin trabajar no hay pan y sin pan no hay fuerza para trabajar. Las charlas ahora son los problemas diarios que nunca parecen terminar con la noticias de saber quién fue el que hora se fue del país.

Empezamos la odiosa, sin buenos días, sin disculpas y muchos menos permiso, pues esas cosas son solo de esas pequeña gente rara que aún queda. Nos adentramos al trabajo que por instante parece distraernos sobre los problemas que emanan en todos lados, ahora parece no faltar ese compañero que nos cuenta la experiencia de cómo sobrevivió a un robo mientras caminaba en la calle. Cuenta cómo aquel motorizado se detuvo o donde subió en el autobús aquel malaspectoso que a punta de pistola terminó arrebatándole tan preciado teléfono que le costó tanto conseguir.

Ahora solo nos queda hacernos varias preguntas: ¿qué nos pasó? ¿Por qué sucedió esto? ¿Por qué permitimos esto? ¿Llegamos a este punto sin darnos cuenta? ¿Juega un papel nuestra indiferencia? ¿Nos toca un gobierno mal intencionado y nefasto en estos últimos años?

Estoy seguro que dentro de nosotros tenemos las repuestas a todas estas preguntas, y también estoy seguro de que como venezolanos queremos volver a vivir como venezolanos, pero apuesto a vivir como un nuevo y mejor venezolano de ahora en adelante, pues, como todo héroe en una película pasamos por la parte más difícil de la historia y nuestro deber está en superarlo, hacernos con la victoria y aprender de nuestro viaje que si bien está demostrando ser el más difícil y duro, nos da las agallas para demostrarnos de qué estamos hecho.

No tengo dudas de que todos los venezolanos estamos hechos de valentía para conquistar nuestra libertad, fuerza para nunca rendirnos, y determinación para conseguir cumplir esa meta de un mejor país ahora y siempre.

“No se pregunten que ha hecho su país por ustedes, pregúntese que han hecho ustedes por su país.» – John F. Kennedy.

@Dennys_JPS