Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Más de 50 días de protestas, decenas de muertos, centenares heridos y detenidos. Zoológico mecánico represivo formado por rinocerontes y ballenas, lluvia de balas y lacrimógenas cual proyectiles surcan nuestro cielo impactando pechos y cabezas. Fuerza pública y colectivos armados mezclándose y protegiéndose entre sí. Un pueblo decidido a patear la calle por algo que vale más que la vida y que sin ello no tendría sentido: libertad. Líneas blancas de señalización de calles y avenidas se han tornado rojas, al igual que los pañuelos y franelas usados para filtrar esos gases que obligan a la dispersión. Pintura humana regada a granel derramada de jóvenes, profesionales, mujeres, estudiantes, algunos no podrán disfrutar la libertad en la que creyeron cuando salieron a las calles de su país y consiguieron represión y muerte.

Un país con la espalda destruida a latigazos de miseria, hambre, engaños, sin medicinas, con distorsiones sociales, políticas y económicas creadas por el propio gobierno para enfrentar entre sí a los propios venezolanos, hacerlos estado-dependientes y mantenerse en el poder. Ilusiones compradas con cebos disfrazados de misiones, becas, carnets inútiles y bolsas de comida signo del rotundo fracaso de políticas económicas y productivas. Una clase media venida a menos y los pobres, su pueblo, cada vez más pobre.

Un Goliat presumido y envalentonado apoyado en la fuerza pública, perdigones, lacrimógenas, balas, tanquetas, ballenas, barricadas, colectivos y paramilitares armados. Un manejo sesgado de la información mostrándose como inocentes corderitos y predicando una paz y amor que ni practicando se les cree. Miles de David en las calles sin más armas que sus derechos previstos en un librito que recoge un gran pacto social, nuestra constitución.

Un presidente desencajado, perdido en su propia tragedia, sin apoyo popular, desprestigiado y repudiado nacional e internacionalmente, con motores que no arrancan, con un discurso lleno de amenazas, lenguaradas ideológicas, vacías, repetitivas y agresivas, presionado por un séquito de incapaces y adulantes que lo rodean y que solo desean mantenerse en el poder acumulando riqueza.

El aparato productivo del país destruido, miles de empresas cerradas, miles de hectáreas expropiadas e incultas, con un control de cambio y de precios que distorsiona el mercado y economía, con la inflación más alta del mundo, con una Pdvsa que de ser la segunda petrolera a nivel mundial, primera en Latinoamérica, la número 42 entre las empresas de cualquier tipo a nivel mundial y la décima en volumen de ingresos fue convertida en una empresita mediocre.

Luego de 18 años gobernando hundidos en mediocridad, improvisación, ineficiencia, mala gerencia y abusos y con un pueblo harto y que los sacudió en la última elección en diciembre 2015, ahora la panacea es una constituyente con la que esperan logra la paz y obligar a un diálogo. Cree el presidente estar ungido o “bañado de soberanía y de poder originario” para no solo iniciar el llamado a una constituyente, sino también para convocarla, lo cual debe ser decisión del pueblo en referendo y peor aún conformarla en forma sesgada y parcializada.

Ya basta. No sigan subestimando la paciencia del soberano. El país está encendido por decisiones ilegales e irracionales del régimen. Ya es tiempo de que hayan aprendido que la paz y prosperidad de una nación se construye con confianza, trabajo, seguridad jurídica, respeto a las leyes, solidaridad y sobre todo en libertad, generando ésta última el espacio y condiciones para que todo ello florezca. Un país no se gobierna y fortalece a punta de decretos y gritos histéricos.

Ya han pasado a la historia como el régimen más corrupto e incapaz. Por favor, no sigan engrosando su historial de crímenes y no sigan pintando con pintura humana, roja rojita de sangre de su pueblo que allí los puso y de allí los sacará. Hemos decidido vivir en una Venezuela de ciudadanos libres y lo lograremos. Con la sangre de los caídos así lo hemos escrito.

Eduardo J. Díaz Ayala

[email protected]

@eduardolawyer