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Estamos hoy, en la Venezuela más obscura, en tiempos donde las sociedades han tenido que escoger un camino u otro: La resignación o plantar cara (La rebeldía).

La Resignación es como la cocaína o la heroína; la resignación es producto de muchas causas; la resignación es hija de ese discurso totalizador cual  si fuese una religión; no hay más verdad que la competitividad, no hay más poderes que mercados y economía creciendo constantemente. Competitividad, libertad individual  y  crecimiento sostenido  es lo que produce bienestar.

Resignación  además, porque el discurso  oficial baja desde los poderes públicos, desde las sentencias de los tribunales, y desde las clases donde algunos maestros van inyectando una determinada idea,  el discurso de que no hay otra salida (esto es lo único posible) y si no, peores estaban  en la “cuarta”, o cuando se habla del Muro de Berlín (ya cuando se acude a hablar del pasado es porque no se tiene razones; es la única justificación).

Resignación porque los pueblos cuando tienen  problemas  no son  rebeldes, tiene que comer todos los días,  la rebeldía ha surgido de aquellos que comían todos los días, de aquí la gran culpabilidad de muchos  intelectuales que han comido todos los días viendo el desastre, viendo la agonía y  no han sido capaces de decir basta  a esta situación de degradación.

Una resignación  que nace de la evidencia diaria que no dejan ver que estamos yendo hacia atrás, devolviéndonos al siglo XlX. Se trata aquí desde el dominio de la mente, ese odio que viene desde los tribunales,  desde los poderes públicos, desde la televisión, ese odio que cae desde los políticos y va empapando la mentalidad de la gente diciendo “CALLATE y si no callas te ira peor”;  esa resignación  se debe parar; resignación que surge de los medios de comunicación. Resignación hija de un sistema político confundido, degradado, la cultura del sí y no. ¡Esto se debe parar ya!

Se busca al esclavo sin pensamiento, ya no se busca al ciudadano intelectual. Se busca desde  los parlamentos  debatir los problemas y no se busca que se cuenten chistes de la vida privada para olvidar la tremenda realidad; escapismo, droga, sedar el pensamiento y  aniquilar el espíritu crítico y por lo tanto fomentar la resignación.

Por tanto, la política es entendida como compraventa de votos y entender  lo  que quiere el pueblo.  Se le va a decir lo que quiere mediante determinados medios;  yo represento un proyecto, yo quiero explicarle un proyecto como ciudadano que pertenece al pueblo; no solo se debe ganar votos, eso no está bien dicho, debes ser respetable, hablar políticamente correcto en buen tono.

La cultura de la hipocresía impregna nuestra  sociedad; este cáncer va avanzando, degradando corrompiendo y aniquilando las fuerzas para surgir. Pero ante toda esta resignación  nace la  rebeldía; La rebeldía no es un grito, no es un insulto, no es una mala contestación NI una pedrada; La rebeldía es un grito de la inteligencia de la voluntad; la rebeldía fundamental es esa actitud intelectual, un posicionamiento que nace de la mente y el corazón de poder querer cambiar.

La rebeldía no es ni más ni menos que el posicionamiento contra otros valores y la decisión de hacerle frente a los problemas,  a las dictaduras, a los sistemas totalitarios que ahogan, que reprimen y que nos quieren ver hundidos en miseria; por eso nos rebelamos, para establecer los derechos para todos y respetar los Derechos humanos, la constitución, los poderes públicos, los ciudadanos, en general a todos;  donde todos seamos iguales ante la ley  y donde no haya marginado.

Es hermoso luchar por ideales nobles y eso significa  esa rebeldía, defender y no callar, defender que hay valores que deben ser sostenidos, el  valor de la igualdad, no hay sangre azul, todas son rojas.  Igualdad que hace que los seres humanos nazcan de la misma manera, no igualitarismo. Es hermosos luchar junto a la igualdad, la libertad, pero hablar de libertad es algo muy grande y se debe asumir que se tiene la conciencia libre que no es lo mismo -libertad de conciencia-.

Junto a la libertad en el sentido esplendido de la palabra, viene la justicia y no viene de los tribunales; luego nos dirigimos a la solidaridad que consiste en afirmar tranquila y serenamente que no se merece luchar por un partido político, sino por una bandera ¡VENEZUELA! y merece que luchemos por ella.

Que la resignación  no sea nunca una bandera; que la rebeldía sea nuestra bandera de querer, poder y amar un verdadero cambio. Venezuela nos necesita a todos y no resignados, sino en rebeldía cívica popular.

@JesusdaFlores