Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Si bien la humanidad ha sido incapaz de alcanzar el bien, es porque ha sido demasiado indiferente para lograr entender ese bien o ha sido demasiado perversa como para perseguirlo. Quiero pensar que nuestro problema recae en la indiferencia y no en la perversión.

La indiferencia como ciudadanos pertenecientes a una sociedad y a una vida política es lo que ha traído devenires negativos que se han podido evitar con una mayor participación y con una mejor traducción de las demandas ciudadanas en acciones por parte de los actores en donde solemos depositar nuestra representatividad.

En el caso venezolano, la Constitución estipula en su artículo 5 que la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo (ciudadano) y el ejercicio de la misma, así como sus espacios de participación, en el artículo 70. Siendo sujetos activos de la misma, la indiferencia no tiene cabida y menos en un país que cada día requiere más de personas que estén dispuestas a luchar por él, un país que con pena digo: se encuentra fuera de servicio.

Aun así, la participación ciudadana no funciona por decreto, por más que sea un derecho constitucional. Las instituciones deben darle el valor y el respeto que amerita y el ciudadano debe asumirla y practicarla cotidianamente.

A través de la misma, no solo se profundiza la democracia como sistema político, sino que también funciona como elemento de inclusión y cohesión social y ayuda al involucramiento del ciudadano, empoderándolo en asuntos de su competencia, donde puede influir y generar cambios a la conveniencia de la comunidad en donde se desenvuelve.

Por último, sirve de presión constante a los gobiernos para que puedan abordar los conflictos, atender necesidades, generar cambios y aplicar políticas públicas en función de las demandas, creando así un sistema menos burocrático de cúpulas de poder y más un servicio a los ciudadanos, quienes en primera instancia tuvieron la capacidad de elegir a sus gobernantes y por ende también poseen la misma capacidad de prescindir de ellos si no cumplen las funciones por las cuales fueron escogidos.

Es por ello que finalmente debemos entender que somos parte de un sistema que exige nuestra participación para el correcto funcionamiento, que requiere de nuestra presión como método para alcanzar objetivos y que requiere de nuestro interés para generar los cambios que estamos dispuestos a afrontar para conseguir el bien.

Venezuela no tiene más tiempo. El costo de haber esperado por un despertar ciudadano ha sido de millones de hogares que se han separado por la ida hacia un nuevo futuro o en otros casos más trágicos, la muerte. El costo es haber llegado a perder la esencia que nos destacaba como venezolanos. El costo fue perdernos en el camino.

No es justo regalarle tan maravillosa obra a quienes, teniendo por único motivo la maldad, la han destruido hasta dejarla sin color.

Bien decía Bonaparte que lo imposible es el refugio de los cobardes. ¡Seamos valientes! Venezuela no tiene más tiempo. Y nosotros tampoco.

@gabriela_s92