Espero de todo corazón, que el monseñor Celli, al igual que el resto de la comisión de El Vaticano y la Conferencia Episcopal Venezolana, estén lo suficientemente iluminados para cumplir tan difícil misión que les encomendó el Papa Francisco, como lo es establecer una mesa de diálogo entre factores de la oposición democrática y la dictadura venezolana. Lo espero de todo corazón, ya que es la única cuota mediadora que pudiera gozar del prestigio y la confianza de todos los venezolanos en este momento, a diferencia de los Ex presidentes Zapatero, Samper, Fernández y Torrijos, claramente parcializados al régimen, y al negarse rotundamente los intereses del régimen a la participación activa de la Organización de Estados Americanos, y de su Secretario Luis Almagro, quien también goza del prestigio y la confianza para la solución de este tipo de conflictos en la región.
No soy de los creyentes de que este nuevo diálogo traiga resultados verdaderamente concretos para recuperar la libertad y la democracia en Venezuela, no solo por las experiencias pasadas, sino más por la configuración del mismo. Es un diálogo que no es representativo, ni mucho menos amplio, al no haber representantes de otros sectores como los estudiantes, la sociedad civil, e incluso, la totalidad de partidos que hacen vida en el juego democrático en el país.
Soy fielmente creyente en que los resultados que aspira la oposición venezolana en sus exigencias, parecen ser basados de un cuento infantil con final feliz, pues elecciones generales o anticipadas presidenciales para el 2017, un TSJ y CNE nuevos, al igual que el reconocimiento de la Asamblea Nacional, es precisamente lo que el régimen pretende evitar por intermedio de este diálogo. Es ingenuo pensar, que quienes nos quitaron el revocatorio en 2016, quieren salir de una peor forma en 2017.
El dilema, y me remito a usted por sus declaraciones Monseñor Celli, no es si dialogamos o no, ni mucho menos la gran falacia de que sin diálogo “correrá mucha sangre”, pues le digo, para mí, con 25 mil muertes violentas al año en promedio, en lo que lleva la dictadura de Maduro, es suficiente sangre y suficientes muertos. Estas muertes, no son producto del enfrentamiento directo entre oposición y oficialismo, como indirectamente pudiera creerse a nivel internacional, que ocurre en nuestro país por sus declaraciones. El “Dialogamos o nos matamos” parece una sentencia de guerra a muerte entre dos bandos en beligerancia, pero aquí solamente hay un solo bando, minoritario, que tiene el monopolio de las armas, tanto de manera institucional, en aquellos militares que han decidido obviar la Constitución, y la no institucional, orquestada por los diferentes planes del régimen de armar civiles para la defensa de la revolución en milicias y colectivos, financiados de manera corrupta.
Aquí el dilema, Monseñor Celli, es si vamos realmente a invertir nuestros esfuerzos, acompañamiento y convicciones, en un diálogo que sirve únicamente para hacer ganar tiempo y oxigenar la dictadura, que como usted mismo pudo apreciar, es la responsable de la falta de alimentos, medicinas, combustible y democracia en el país, o por el contrario, vamos realmente a permitirnos un dialogo amplio y representativo, que conduzca a la Transición política en Venezuela y que pueda generar las transformaciones, y las condiciones reales, para emprender el transitar hacia la democracia y la libertad. Es por eso, que ante la actitud del régimen, de seguir arremetiendo contra la oposición y los ciudadanos venezolanos, nosotros los jóvenes y estudiantes, no dejaremos las calles de nuestro país hasta conseguir nuestra tan anhelada libertad, pues tenemos empeñado nuestro presente y vemos destruido nuestro futuro por parte este régimen criminal.
Con mucho respeto, monseñor Celli, los jóvenes no tenemos ningún dilema: Vamos a seguir luchando hasta nuestras últimas fuerzas por una Venezuela Libre, que nos permita nuevamente creer y desarrollarnos. Una Venezuela de reconciliación sin presos políticos, que pueda darle la bienvenida a nuestros compañeros exiliados, y en la que nunca más, se repita este tipo de desastre.
@FSMarcano