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José que vende verduras en el Mercado de Puerto La Cruz está desesperado, porque según él “ya nada es igual”.

María, madre soltera de Anaco, siente pánico ante la posibilidad de que todo siga como hasta ahora y que no exista una salida a la crisis económica.

Augusto, hijo de Fernando y Roberta, está pensando en irse del país al cabo de sus estudios de arquitectura.

María Isabel, recién graduada de médico, no aguanta más seguir viendo el estado paupérrimo de los hospitales del país; ella estudio para salvar vidas, pero las condiciones no ayudan para nada a esta noble labor.

Estos son apenas 4 casos que representan la angustia de toda una nación.

En medio de las vicisitudes que millones de ciudadanos tienen que enfrentar dentro del país, en la cúpula del poder se sigue jugando con la paciencia de cada uno de ellos.

El Directorio del Consejo Nacional Electoral (CNE), exceptuando solamente al rector Luis Emilio Rondón, están echándole cada vez más leña al fuego.

Las rectoras del CNE retrasan y retrasan un proceso que ya debería estar muy adelantado; ellas están salvando el pellejo de Nicolás Maduro y garantizándose una embajada, ministerio o espacio de gobierno cuando su cuarto de hora se acabe al frente del Poder Electoral.

En Miraflores los mueve el pánico, ya vieron lo que acaba de pasar en las elecciones colombianas. Los ciudadanos de aquella nación le dijeron “No” a un acuerdo que sólo buscaba otorgarles privilegios a los terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), ellos observaron como el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil, la organización de Lula Da Silva y Dilma considerada la agrupación de izquierda más grande de Suramérica, fracasó estrepitosamente en las elecciones municipales de la nación carioca.

Por esta causa, prefieren mover todas las teclas que posean para evitar unas elecciones en Venezuela, ellos están conscientes de que si llegase a ocurrir un proceso de consulta morderán el polvo de la derrota; y mientras esto es lo que mueve las acciones de un régimen acobardado, el desespero se apodera de los sentimientos de ingestas cantidades de venezolanos que ya no soportan más.

La crisis alimentaria, representada tanto por la escasez de rubros como de la gigantesca inflación, avanza consumiendo la paciencia de millones de venezolanos que anhelan un cambio y saben que una de las vías para lograrlo es a través del Referendo Revocatorio.

Si Tibisay Lucena y sus compinches imposibilitan la materialización de este proceso, entonces no nos quedará otra opción que afianzar el método de la desobediencia ciudadana como acción pacífica, ciudadana y sobre todo constitucional para sacar a los responsables del caos venezolano del poder.

No obstante, desde esta humilde tribuna les hago un exhorto a los representantes de la Mesa de la Unidad Democrática, que no dejen solos a los venezolanos en medio de este desierto.

Quienes tienen la responsabilidad de dirigir, tienen que hacerlo. Es decir, los representantes de la MUD deben hablarle al país, mostrar la vía, aclarar dudas, guiar a los ciudadanos que esperan  de ellos más acciones y menos palabrería.

Venezuela nos necesita, no podemos darle la espalda. La desesperación de la sociedad necesita de nosotros acción  y orientación para vencer las dudas y sobre todo la desazón que empieza a hacerse sentir en sectores de la ciudadanía.

@wcaballerolopez