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En ocasiones hablamos de libertad, aunque son muy pocas las veces que entendemos la dimensión de esta expresión.

La libertad es lo más sagrado que tenemos los ciudadanos, es nuestra propia capacidad de hacer, tomar decisiones, avanzar o simplemente vivir en los plenos derechos de nuestra existencia.

Creo que la libertad es el bien más preciado  de los integrantes de una sociedad. Una nación sin libertad no es una nación en sí, sino una enorme prisión que en vez de barrotes posee fronteras.

La negación de la libertad del hombre es el principio base del autoritarismo, el cercenamiento de derechos es el método de las dictaduras tanto de aquellas formales como de las otras que barnizan su faz con seudo-libertades, entre ellas: las estafas de elecciones.

Es también el populismo el veneno de las sociedades libres, porque a través de este mecanismo los autócratas populistas buscan “comprar” la libertad ciudadana con dádivas y regalos, que al final le costarán muy caro a los individuos de tal o cual ciudad o república.

En Venezuela hemos vivido esta historia en los últimos 17 años. Con discursos populistas y con acciones populista desde 1999 el régimen ha intercambiado las dádivas que ofrece por el arrebato de las libertades públicas e individuales.

En este momento los venezolanos estamos viviendo en una cárcel de miles de kilómetros y con un carcelero que se llama Nicolás Maduro.

La violación a la libertad ha llegado a un extremo que en este momento nuestros ciudadanos no tienen la libertad de comprar lo que se venga en gana y cuando quieran, ni siquiera poseemos la libertad de enfermarnos y de curarnos, porque a través de la escasez y el desabastecimiento el régimen también impone su “ley” a estas acciones cotidianas y humanas.

Como cristiano siempre he sido fiel al criterio de “libre albedrío” que Dios nos otorgó para que cada uno de nosotros, como hijos de Él, tomáramos las decisiones de nuestras vidas aplicando la capacidad de raciocinio que él mismo nos otorgó.

Por estas razones, la libertad es el bien más querido que poseemos en esta vida. Desde el punto de vista republicano es la condición y el derecho de nuestra ciudadanía, de nuestro Don de nacer y de vivir, y desde la óptima teológica es el Don que Dios nos dio a cada uno de nosotros.

Lo que hacemos con nuestra libertad tiene que ser producto de nuestros valores, de nuestras creencias, de la capacidad de cada uno de nosotros de sopesar lo bueno y lo malo. Es imposible que sea otro y menos un órgano público o estatal lo que decida lo que es “bueno o malo” para cada uno de nosotros.

La lucha que estamos llevando adelante en Venezuela es una batalla por la libertad. Es una lucha por principios y visiones de país.

Por un lado, está el régimen con su concepción totalitaria, soez y antidemocrática de la política  y por el otro estamos los que sí defendemos la libertad como principio, medio y fin para garantizar un claro e individual ejercicio de republicanismos y de cohabitación societaria.

@wcaballerolopez