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Qué difícil es ser venezolano en esta oscura crisis que atraviesa nuestra nación. Más difícil, es serlo en las provincias de nuestro país, donde este régimen se ha afincado con más fuerza y sin clemencia durante los últimos años. No sé si este ha sido el peor momento que hemos atravesado como sociedad a lo largo de nuestra historia republicana, pero ¡carajo! que mal estamos, cómo se han burlado de nosotros, han traicionado nuestra confianza, han jugado con nuestra calidad de vida, se han robado nuestro dinero y nos han hundido en la miseria.

Qué duro ha golpeado la insensatez en el rostro de nuestra ciudadanía, ver cómo han vaciado los cuentos y las narrativas nuestros bolsillos y aseverar, que la pasividad, ha herido mortalmente la dignidad de toda una nación, que nunca se imaginó, que iba a perder la libertad en manos de aquellos que decían ser la reencarnación de sus libertadores. Qué triste es medir el tiempo en vidas humanas, sentir como se consume un país en la violencia, el narcotráfico, la indecencia y otros vicios que forman parte del ADN de este gobierno.

Qué complicado es dar los buenos días en Venezuela con el estomago vacío, escuchar a Maduro denunciar que la escasez de alimentos es originada por la única empresa que los produce cabalmente en el país, sin importarle la contradicción, y pidiendo su nacionalización. Qué difícil es escuchar al ministro de defensa, diciendo que las colas son originadas por las mafias privadas de las cadenas de supermercados y centros de distribución, mientras cae otro camión cargado de productos de la cesta básica, manejado por dos sargentos, un capitán y tres soldados. Qué triste  es ver a nuestros niños flacos y a nuestros gobernantes gordos.

Qué difícil es vivir en una Venezuela oscura, donde se le reza al Gurí diariamente que solucione los problemas de un sistema eléctrico abandonado y ultrajado, mientras que los apagones, son una constante en nuestros días, que limitan nuestra vida y nuestra productividad. Qué difícil es asimilar un racionamiento de cuatro horas diarias por cuarenta días, mientras vemos operaciones con velas, electrodomésticos dañados y carajitos sin ser nebulizado, mientras que en Miraflores excluyen a Caracas, para no ser derrocados.

Qué lamentable ver la justicia prisionera del delito y los tribunales a merced del hampa en Venezuela. Que injusto que Ledezma, Leopoldo y los estudiantes sigan presos, María Corina perseguida, los crímenes impunes y los asesinos sueltos. Que indignación, que los magistrados, con sus bolsillos llenos y sus togas salpicadas de sangre, acaben con una Asamblea Nacional que es expresión legítima de nosotros, los ciudadanos que gritamos basta. Es triste que aun no se sienten nuestros 112 diputados.

Qué doloroso es ser joven en un país que ya no da oportunidades, y ver como seguimos siendo apartados de las decisiones de un futuro que muchos ven ya desde lejos. Que difícil, es seguir viendo cómo nuestra sangre sigue siendo abono de la desidia, y nuestra voz sigua siendo escuchada por oídos incrédulos como cantos de sirenas, mientras pretenden castrarnos como la generación pasada y pasarnos la factura igualmente de los errores cometidos.

Qué lamentable, aceptar que seguimos siendo una historia repetida, una democracia traicionada por la dictadura, una militarismo que no entiende el civilismo, mientras que nos humillan y nos controlan como ciudadanos. Qué difícil es ser en estos tiempos un venezolano racionado.

@FSMarcano