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Por culpa de la MUD y sus errores, el concepto de la Unidad está sufriendo profundos daños

Desde el inicio de las protestas el 12 de febrero, quedó en evidencia que en la oposición venezolana existen dos visiones muy diferentes. Una, la liderada por los estudiantes, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, fue justamente la que encabezó estas protestas y la que hoy, con cientos de estudiantes torturados, detenidos y perseguidos, López preso y Machado ilegalmente expulsada de la Asamblea Nacional, sigue en la calle al lado de la gente.

La otra, donde confluyen el excandidato Henrique Capriles y la dirigencia de la Mesa de la Unidad, nunca apoyó las protestas hasta que vio que el costo político de no hacerlo era demasiado grande. Luego buscó una manera de convertirse en el interlocutor válido al participar en el diálogo convocado por el gobierno.

Hoy, a tres meses del inicio del conflicto y a uno de que un sector de la oposición se sentara con el gobierno, la crisis en Venezuela solamente parece agravarse y los avances de la negociación entre un sector de la oposición y el gobierno son mínimos. Mientras tanto, la semana pasada pudimos apreciar una intensificación en la represión contra los estudiantes, reflejada principalmente en el desmonte de los campamentos donde muchos protestaban pacíficamente y la detención y encarcelamiento de cientos de ellos.

Pero a pesar de esto, la noticia que causó mayor estupor fueron las declaraciones de la subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental de los Estados Unidos, Roberta Jacobson, quien ante el Senado de ese país afirmó que miembros de la MUD les solicitaron que no se apliquen las sanciones que tenían listas contra varios funcionarios del gobierno venezolano por violaciones a los Derechos Humanos. La respuesta de la MUD fue poco clara, afirmando que “si algún miembro de esa organización hizo tal solicitud fue a título personal y que ellos no pidieron ni que se sancione ni que no se lo haga”.

Hace varias semanas existe la creciente percepción de que la MUD busca darle oxígeno al gobierno en un momento en el que éste atraviesa una de sus peores crisis. Esa sensación se incrementó con un diálogo que muchos denuncian como una farsa montada por el oficialismo para ganar tiempo, pero en estos días las alertas se encendieron aún con mayor intensidad con las declaraciones de Jacobson, ya que de ser ciertas, las maniobras de un sector opositor a favor del oficialismo no se habrían quedado solo en lo local, sino que incluso habrían alcanzado un nivel internacional.

Uno de los problemas de la oposición fue que nunca ninguno de sus líderes asumió la responsabilidad por sus varios fracasos. El 7 de octubre de 2012 se perdió la elección presidencial por una importante diferencia, el 14 de abril de 2013 se dijo que se defendería la victoria y no se cumplió, el 8 de diciembre del año pasado se convirtieron las elecciones municipales en un plebiscito y también se fracasó, y en ninguno de los casos anteriores ni el candidato ni la dirigencia de la MUD dio un paso al costado.

En lo relacionado a las sanciones, un caso por demás grave, no hay excusa para que no se informe quién o quiénes fueron los que hicieron tal solicitud ante el gobierno de los Estados Unidos y se den las explicaciones y castigos correspondientes.

El problema no es uno puntual, va más allá. Por culpa de la MUD y sus errores, el concepto de la Unidad está sufriendo profundos daños y, una vez más, nadie se hace responsable.

Hoy, urge más que en ningún otro momento una renovación y legitimación de sus dirigentes, algo que está pendiente desde hace varios meses. Es hora de que la MUD deje de dañar a la Unidad. (Guayoyoenletras.com)

Miguel Velarde