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Luego de la orgía y la bacanal de torturas, violaciones, mutilaciones, vejaciones físicas y perversiones psicológicas, morales y jurídicas que el Régimen viene cometiendo por intermedio de sus apéndices institucionales y paramilitares, no desde el 12 de febrero de este año sino desde hace 15 años sin pausa, sufro aún mayor extrañeza que la extrañeza por los extrañados frente a la afirmación de que este Régimen es de estricta, clásica y criminal naturaleza totalitaria, cuando escucho o leo que, en coincidencia con el Régimen, un sector de la oposición sigue calificando de “radicales” a aquellos que creemos en la calle como la institución del Poder Público representativa del sagrado derecho a la protesta e, inclusive, a la defensa legítima del derecho a la democracia, cuando la democracia ha sido emboscada desde ella misma y pervertidas y degeneradas sus instituciones por la esclavitud ideológica totalitaria. A que se refieren el Régimen y éste sector de la oposición cuando endilgan el mote de “radicales”, como si de trasnochados jacobinos se tratara y no sin un tufillo a amenazante chantaje político?.
Estarán confundiendo el Régimen y esa “oposición” la no violencia con la no acción, y con esta confusión sofística pretendiendo una nueva desmovilización de la sociedad civil ?. Se refieren acaso a aquellos que no creemos en una democracia reducida y rebajada al arreo de un rebaño hacia el corralón electoral, a una democracia plebiscitaria?; Se refieren, tal vez, a los que nos negamos a convertirnos en Sísifo, condenado mitológico por toda la eternidad, a subir una cuesta empujando una enorme piedra que al llegar a la cima caía de nuevo , como se derrumban las esperanzas democráticas de la sociedad civil cada vez que nos han convencido para que seamos cómplices de un nuevo fraude electoral, que luego pretende justificarse por la “oposición anti-radical” con la “sorpresa” del ventajismo y la falta de escrúpulos del Régimen, o la obtención nominal de algunos espacios políticos particulares a cambio del sacrificio ético y existencial de la democracia misma?.Luego de cada proceso electoral, que no elección, somos cada vez más como los presos que sueñan por unos minutos que son libres, con los ojos entrecerrados por el sol que cae en el patio de la cárcel, hasta que los abren y ven los muros, las alambradas y las atalayas: hemos venido ocupando sólo patios cercados de la prisión; o aluden a aquellos que sin ser cultores de la violencia ni del terror en ninguna de sus formas, sin embargo, no estamos dispuestos a sufrirlos ni a tolerarlos más?; o pretenden calificar la negativa rotunda a dejarnos transformar nosotros y nuestro hijos, de ciudadanos a milicianos, al servicio de los esclavistas feudales de este narco- totalitarismo?.
La calle es la única tribuna real para el ejercicio efectivo de los artículos 333 y 350 constitucionales por la ciudadanía, y la protesta el único predicado posible para ese mandato constitucional insurreccional que se volvió imperativo, indeclinable e insoslayable frente a este Régimen de criminalidad totalitaria. Todo lo demás, sigue siendo coqueteo frente a la banalidad del mismísimo mal.
O es que son ciertos y no sólo bellos aquellos dos versos de Neruda: “No es mejor nunca que tarde?”; “ Es malo vivir sin infierno: no podemos reconstruirlo?”. Me quedo más bien con aquel que parece profético en su Libro de las Preguntas: “ Y cuando se fundó la luz esto sucedió en Venezuela? ”.