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La sentencia sin juicio previo que determinó inconstitucionalmente la perdida de la investidura como Diputada de María Corina Machado, dictada por un TSJ que tiene a su cabeza a una de las cinco verdugas de la democracia de nuestro país, se suma a una larga lista de agresiones que ha sufrido esta valiente mujer venezolana, siendo quizás la más notoria la golpiza que le propinara en abril del año pasado una  de sus colegas parlamentarias bajo la sonrisa y mirada complaciente del Capitán que indignamente ocupa la presidencia del parlamento nacional.

 Si a ese episodio de violencia le sumamos la brutal represión que de manos de la Guardia Nacional se cobro la vida de Geraldine, que causo estragos en la humanidad de Marvinia así como las vejaciones y torturas ocasionadas a varias de las jóvenes detenidas en los últimos días, podemos concluir que todo ello  está enmarcado en lo que parece ser  una máxima de este régimen: humillar y agredir a la mujer venezolana.

Ciertamente, la voz de María Corina incomoda al régimen en el sentido de que ella  representa a esa Venezuela que ya no solo se conforma con la denuncia de los problemas del día a día, sino que señala a los responsables políticos de los males que aquejan a la republica y que llamando a las cosas por su nombre ha desafiado a estos victimarios de la libertad, en términos tales, que al finado dictador le espetara en su cara que cuando se expropia al margen de lo establecido en la constitución, se roba, ó como más recientemente  ha dejado bien claro que si la protesta en democracia es un derecho, en una dictadura ese derecho se transforma en un deber.

De ahí el gran empeño en silenciarla. Pero ya es tarde para el régimen de los Castro acometer esa tarea, porque el mensaje de María Corina traspasó las paredes del Palacio Federal y está sembrado en la conciencia y el corazón de millones de venezolanos y además ya ha trascendido nuestras fronteras a través de la más noble de todas las  investiduras que pueda recibir ciudadano alguno, como el de ser nuestra embajadora de la libertad.

Quienes ocupan, y esperamos ya sea por poco tiempo, el poder en Venezuela, dada su debilidad interior se han visto obligados a compensar esta a través de esa coraza exterior que da la fuerza a través del uso de la ofensa, los golpes, las tanquetas, las balas y en fin de la represión.

Pero mientras esa fuerza que exhibe el régimen es meramente exterior, es la fortaleza que  brota de su interior la que provee a María Corina de la  capacidad para hacer frente a las adversidades y nunca perder su objetivo, que no es otro que estar al servicio del restablecimiento de la libertad  en Venezuela. De manera tal, que así como la fuerza de Goliat sucumbió ante la fortaleza de David, no dudemos que la dictadura que hoy impera en nuestro país lo hará ante millones de David contagiados por el espíritu de lucha de María Corina.

María Corina es y seguirá siendo nuestra Diputada, pero ante todo, una venezolana  cuyo liderazgo ya no depende de su curul en la asamblea, sino de esa fortaleza  que emana de sus valores y que le provee el valor necesario para plantarse ante una dictadura y así LUCHAR HASTA VENCER

  Jose Antonio Vega C.   @JoseAVega