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El viernes tuvimos la oportunidad de presenciar un hecho histórico. Uno que se suma a tantos otros que vivimos desde el 12 de febrero. La diputada María Corina Machado, acompañada del dirigente sindical Iván Freites, de Rosa Orozco –madre de Geraldine Moreno, la estudiante asesinada en Valencia- y uno de los líderes del Movimiento Estudiantil, Carlos Vargas, pudieron estar presentes en la sesión del Consejo Permanente de la OEA.

Como una triste ironía, en el salón que lleva el nombre del Libertador Simón Bolívar, el mundo fue testigo de lo que nosotros vivimos a diario en Venezuela: la censura y el miedo a la verdad. A fuerza de petróleo y chantaje, el gobierno se impuso y logró que no se pueda escuchar en el mundo lo que ocurre en el país.

Sin embargo, este hecho no evitó que la realidad que hoy vivimos quede en evidencia internacionalmente, gracias a la cortesía del gobierno de Panamá, que cedió su puesto a María Corina en un acto que fue retributivo. El 17 de mayo de 1989, cuando ese país vivía bajo la bota dictatorial de Manuel Noriega, fue Venezuela que cedió su silla a un delegado de la resistencia panameña que pocas semanas después conquistaría la democracia en ese país.

Sin embargo, el repudiable atropello por parte de varios países de la región no desanimó a nadie. Al día siguiente, una vez más decenas de miles de venezolanos tomaron las calles para “darle un parao” a tanto abuso y las inundaron de esperanza y coraje. Aquí nadie se rinde, porque ahora saben todo lo que está en juego y perder no es una opción. Eso se aplica también a los diferentes sectores políticos de oposición, incluso a los que se opusieron en un principio a la protesta, a quienes con mucho gusto vimos compartir tarima, objetivos y ahora también una misma estrategia de lucha: la calle.

Son tiempos difíciles, a veces cargados de miedo y dudas. En esos momentos de angustia se debe encontrar la fortaleza que nace de la convicción de saber que se está haciendo lo correcto.

¿Por qué luchar por Venezuela? Porque su gente, su historia, su presente y su futuro valen la pena.

¿Por qué luchar? La respuesta es simple: porque Venezuela vale la pena. (Guayoyoenletras.com)

Miguel Velarde

@MiguelVelarde