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El promotor, el ejecutor y el responsable de la violencia es el régimen.

Quien compra las armas, quien las distribuye y quien las utiliza en Venezuela es el Estado y los grupos irregulares a quienes este régimen no ha desarmado. Es este régimen quien requiere de la violencia y la ha instigado como un mecanismo de control social y político.

Nuestras armas, las de los ciudadanos, son nuestros valores, nuestras convicciones democráticas y la palabra.

Somos un país en efervescencia, harto de no ser escuchado, de ser engañado, de ser traicionado. Por eso la magnitud y la creciente intensidad de las protestas espontáneas. Frente a esto, el régimen procede a chantajear y acusar al pueblo que protesta de «disrrupcion al orden publico»

El guión es el de siempre: acusar a las víctimas del crimen. Un régimen corrupto hasta la médula que acusa de corrupción a la sociedad. Un régimen acaparador que acusa a los ciudadanos de “consumistas”  y los responsabiliza por la escasez de alimentos básicos y medicinas; y ahora, un régimen que se convirtió en el mayor instigador del odio entre venezolanos, promotor de la división y lucha entre clases, pretende acusar al pueblo que protesta de promover la violencia.

El descaro llega al punto de que sus voceros, sin recato, anuncian sus intenciones con la tan infeliz como poco original expresión: candelita que se prenda, candelita que se apaga…

Esta amenaza directa y obscena expresa claramente su talante moral y su plan actual: la criminalización inmisericorde de la protesta vía represión física y persecución legal; así como su ocultamiento por la vía de la censura, la autocensura y la asfixia de los medios no doblegados ya ante el regimen.

La protesta cívica, ciudadana y pacífica es nuestro derecho al cual jamás renunciaremos; es prácticamente el único derecho civil que hoy ejercemos en Venezuela.

La amenaza y el chantaje -venga de donde venga- nos da más razones y fuerza para continuar.

Estamos conscientes de que  a quienes no quieren que este movimiento de protesta en la calle continue creciendo, les conviene que se generen situaciones de violencia y disrrupcion del orden. Con ello tratarán de acusarnos y de desvirtuar el espíritu, propósito y razón de nuestro llamado a la calle a organizarnos civicamente. Sabemos que han infiltrado individuos en nuestros actos, que han promovido incidentes violentos y que desde su control hegemónico de los medios de comunicación amenazan y llenan de injurias a los ciudadanos que se atreven a participar en las protestas.

No engañan a la gente y mucho menos la desalientan. Por eso hoy, desde aquí, en la monstruosa cárcel de Puente Ayala en Barcelona, acompañamos y respaldamos a 7 venezolanos, acusados y tratados como terroristas por «el delito» de protestar contra la entrega de nuestra soberanía a Cuba habiendo hecho uso de estas armas: su palabra, sus carteles y su convicción nacionalista.

Estos 7 venezolanos representan hoy la más contundente prueba del grado de sumisión al que los órganos del poder público y los funcionarios de mayor rango, civil y militar, han sometido a Venezuela frente al régimen castrocomunista. Mientras se le entrega nuestro petróleo al gobierno cubano, son apresados los ciudadanos que lo denuncian.

En estas horas, llamo al pueblo de Venezuela a seguir en la calle protestando. Protestar sin violencia y organizarnos deben ser las tareas de todos los que sienten en sus corazones la llama libertaria. Cuando al pueblo se le arrebatan todos sus derechos, la protesta cívica y pacífica es el camino.

María Corina Machado