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Para quienes ejercen el periodismo ya sea como carrera profesional o por estar “prestados” de alguna forma a este oficio, existen dos sonidos que podrían decir son casi mágicos, el primero de ellos es el incansable tecleo que se puede escuchar en una sala de redacción, al principio mas bulliciosas por las viejas y siempre fieles Remington, ahora un poco más discretas por esa nueva invención que es la computadora, pero hay algo que nunca cambia en estas salas a pesar del paso del tiempo y la modernización y es la sed por las noticias, así como al deber de informar.

El otro sonido constante es el de una inmensa máquina que hace posible la producción en grandes cantidades del producto que sale de las largas horas en la sala de redacción, la rotativa,  esa gran máquina que nos permite hacer llegar a todos por igual la información emanada de las salas de prensa y garantizando de esta manera el derecho que tenemos todos los ciudadanos de informar y estar informados, tal como lo establecen los artículos 57 “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura.” Y  58 “La comunicación es libre y plural y comporta los deberes y responsabilidades que indique la ley. Toda persona tiene derecho a la información oportuna, veraz e imparcial, sin censura, de acuerdo con los principios de esta Constitución…”de nuestra Carta Magna, así como también se encuentra reconocido como un Derecho Humano la libertad de expresión de cual goza el hombre.

Actualmente en Venezuela estos sonidos, junto al deber de informar están siendo silenciados por una gran mordaza, esta mordaza se ha dejado colar en la sociedad a través de distintos mecanismos de censura, como lo son la censura previa, y la autocensura, pues se ha creado el miedo en las personas sobre las represalias que pueda tener el Gobierno si se informa sobre alguna situación que a éste simplemente no le interese, hasta ahora el método más efectivo contra la prensa libre que no se ha dejado amedrentar ha sido dificultar el acceso a divisas para la compra de papel, hasta el punto que actualmente se ha puesto en riesgo a más de un periódico, pues sin papel no hay periódico y estas salas de redacción y rotativas que antes no callaban o paraban están a punto de hacerlo, algunas casi cien años después de estar operando y no es solo el cierre de un periódico y de la fuente de información que  representan para la sociedad, es también la perdida de considerables puestos de trabajo entre periodistas y trabajadores de la prensa que laboran en estos medios.

Ya hemos perdido canales televisión, emisoras de radio e incluso periódicos por no doblegarse y continuar informando, si seguimos por este camino la poca prensa libre del país dejará de existir y los grandes perdedores seremos todos los ciudadanos a quien se nos  dificultará cada vez más, el acceso a la información. Es el momento propicio para no perder la fuerza y apoyar en esta lucha a la prensa libre, como dijo Joseph Pulitzer “La prensa libre debe abogar siempre por el progreso y las reformas. Nunca tolerar las injusticias, ni la corrupción. Luchar contra los demagogos de todos los signos. No pertenecer a ningún partido. Oponerse a los privilegios de clases y al pillaje público. Ofrecer su simpatía a los pobres y mantenerse devota al bien público” es momento que el público le retorne el compromiso con la misma fuerza.

Daniel Sánchez

Coordinador de Comunicaciones Vente Joven Caracas