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La conocida frase que reza que “la esperanza es lo último que se pierde” puede ser cierta en algunos casos, sin embargo, en otros, cuando es mucho y muy importante lo que está en juego, más que preocuparnos de ella debemos hacerlo de la moral. Cuando un individuo se desmoraliza, no encontrará forma alguna que le sea útil para lograr su objetivo, aún cuando le quede esperanza.

Es por eso que no es casual la arremetida del gobierno en los últimos días con varias decisiones que buscan un objetivo en común: quebrar al venezolano, no económicamente o políticamente, sino espiritualmente. Quienes gobiernan saben muy bien que necesitan hacerlo para poder imponer un modelo cuya inviabilidad es hoy más evidente que nunca.

Las recientes medidas enmarcadas dentro de lo que el oficialismo ha denominado “la guerra económica”, la persecución contra líderes opositores que ellos llaman “la trilogía del mal” y contra el candidato a la alcaldía de Valencia, Miguel Cocchiola, y la aprobación de una Ley Habilitante de manera atropellada y corrupta, son variables de una misma ecuación que busca doblegar la moral del venezolano.

Mientras tanto, la oposición tiene el gran reto de no solo buscar una alternativa, sino de convertirse en una. Sin recursos y sin medios, su gran desafío es construir símbolos. La protesta que se realizó el sábado -que tenía siete meses de retraso- es un buen comienzo.  Sin embargo, la lucha debe ser diaria, en todas partes y de todo tipo.

Hoy, el rescate de la democracia en Venezuela depende de un solo factor: la moral de los venezolanos. Si ésta se quiebra, se pierde todo. Por el contrario, si cada uno de los ciudadanos de este país encuentra la fuerza necesaria para seguir con esta lucha que está en un momento definitorio, no tenemos la menor duda de que lo que viene será bueno.

Es momento de que la MUD se despoje de esa venda electorera que tanto daño le ha hecho a la oposición y comprenda de una vez que la naturaleza del régimen al que enfrenta demanda una estrategia mucho más amplia que esa. No se trata de ganar unos cuantos votos más en cada nueva elección, sino de decir basta a tantos abusos que se cometen desde hace años contra todos nosotros. Esta será la única manera de moralizar a esa mayoría de venezolanos que quiere un cambio y demanda un liderazgo político y no uno electoral. (Guayoyoenletras.com)

Miguel Velarde