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ROBERTO GIUSTI |  EL UNIVERSAL
domingo 13 de octubre de 2013  12:00 AM
 

«No sólo enfrentamos un régimen despótico, mentiroso y corrupto, sino la desintegración de la República» «Venezuela clama por un cambio inmediato, profundo, pacífico y constitucional»

 

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María Corina Machado no se anda con rodeos y advierte que «el país está clamando, desesperadamente por un cambio ya». A su juicio, la estrategia del liderazgo de la oposición debe partir de una hoja de ruta que tenga como punto de partida la convicción de que el 8 de diciembre se debe participar masivamente para derrotar al gobierno y provocar, de inmediato las condiciones que permitan «una salida inmediata», todo, siempre, dentro del mandato constitucional, bien sea a través de una constituyente o por la renuncia de Nicolás Maduro. -¿No adviertes algunas señales, por parte del Gobierno, que hacen pensar en la posibilidad de una suspensión de las elecciones ?-Frente al 8 de diciembre todos sabemos que la suspensión del proceso o un fraude descarado no están fuera de las opciones del CNE. Por tanto, no podemos descartar esas posibilidades porque lo más costoso para el régimen es una derrota.-¿Cómo evitar que puedan ocurrir algunas de esas dos posibilidades?-Denunciándolas con toda la fuerza, advirtiendo que no las vamos a tolerar y promoviendo la movilización ciudadana en la calle.-¿A qué atribuyes el hecho de que durante su largo discurso Maduro haya ignorado el tema electoral?

-Resulta curioso porque para el sistema es de vida o muerte. Mucha gente debate sobre la conveniencia o no de plebiscitar el proceso y yo creo que es una discusión inútil porque quien gane pretenderá darle esa lectura. Los grandes problemas que tienen agobiado al país son las escasez, la inflación, la crisis eléctrica, el colapso de los servicios de salud. Pero, ¿acaso los alcaldes resuelven estos problemas? Es obvio que no porque tienen su origen en el gobierno nacional y allí debe aplicarse la solución.

-Sin embargo, el mensaje implícito de la oposición es que el 8 de diciembre se va a generar un cambio político que trasciende los resultados de una elección municipal. El problema es que no se dice cómo.

-Ese es el punto clave de la actual conducción política. Como sociedad debemos comprender la magnitud del desafío histórico que tenemos en nuestras manos. No solo estamos enfrentando un régimen despótico, mentiroso y corrupto, sino la posibilidad real de la desintegración de la República. Allí está el caso del camión con carne saqueado a unos cientos de metros de la residencia presidencial. Mientras el chofer agonizaba, la gente corrió no para auxiliarlo, sino para apoderarse de la carga y lejos de evitarlo, algunos miembros de las fuerzas de seguridad participaron en el latrocinio.

-¿Se resuelve eso con unas elecciones?

-Hay un proceso de descomposición que estos tiempos han hecho aflorar, promovido intencionalmente. Ocurre, sin embargo, que al mismo tiempo, han emergido los valores más profundos del ejercicio de la ciudadanía, ante los intentos por doblegarnos espiritual y moralmente. En ese contexto se debe asumir el 8 de diciembre no sólo como un relevo de autoridades locales, sino como inicio de una ruta para el cambio del régimen y la construcción de un país distinto.

-¿Cuáles son las etapas de esa ruta si consideramos que el cambio debe ser democrático y este es un gobierno con apenas seis meses de haberse instalado?

-Todos sabemos el grado de ilegitimidad de este Gobierno, no solamente producto del fraude electoral sino de la forma como ha ejercicio el poder. A eso debe agregarse su vinculación con las peores mafias y redes de crimen organizado. Sabemos que el narcotráfico ha venido infiltrando todas las instituciones y ha involucrado a personajes de muy elevadas posiciones en los poderes públicos.

-¿Justificaría esa situación salidas no previstas constitucionalmente?

-La Constitución establece los mecanismos, pero tú me preguntabas por la ruta y te respondo que esta consta de cuatro etapas. Una primera, fundamental, es la necesidad de asimilar la magnitud del riesgo y la responsabilidad que tenemos. Eso implica entender que Venezuela clama, desesperadamente, por un cambio profundo, inmediato, pacífico y constitucional. 

-Primero que todo hay que ganar las elecciones. 

-Pero el convencimiento y la convicción sobre la necesidad del cambio es previo a las elecciones. Ahora, se debe garantizar una participación, masiva y consciente. Hay quienes se preocupan por los niveles de abstención y yo no comparto la pretensión de culpar a los abstencionistas. Nosotros, como dirección política, debemos entender las razones por las cuales hay gente que se abstiene. Y eso pasa por tener conciencia plena de lo que representa el 8 de diciembre.

-Hablabas de las ruta del cambio.

-La segunda etapa, obviamente, es el triunfo el 8 de diciembre y eso requiere, más allá de una participación masiva y la defensa del voto, una movilización firme, clara y organizada antes, durante y después del día de las elecciones y eso lo aprendimos el 14 de abril. La tercera etapa es la sustitución inmediata del Gobierno. En la Constitución están los mecanismos. O la renuncia o la Constituyente, que la podemos activar los ciudadanos.

-¿Crees que Maduro va a renunciar por perder unas elecciones municipales?

-Depende. El 8 de diciembre se debe hacer sentir nuestra mayoría con la fuerza e irreverencia de una desafío ante lo que nos quieren arrebatar.

-¿No atraen tales demostraciones de fuerza, el conflicto y la violencia?

-Ahí entramos en la cuarta etapa: la reconstrucción del país sobre la base del entendimiento y el encuentro nacional. Un proceso en el cual todos los venezolanos, incluyendo los dirigentes del chavismo, los auténticos, se sientan convocados. Pero el nivel de degradación que vive el país no puede esperar, lo peor está por pasar en sectores como Pdvsa y el sistema eléctrico nacional si no se toman medidas de emergencia. Estamos ante una situación tal de conmoción nacional que aquí puede pasar cualquier cosa. Y lo que queremos impedir es que eso provoque violencia y confrontación.

-Paralelamente a esa hoja de ruta que planteas como salida, está en desarrollo un proceso de concentración del poder. En estos días Maduro señalaba la necesidad de que el país se prepare sicológicamente para lo que, con reminiscencias maoístas, llama el gran salto. Si esos dos factores coinciden en un momento como las elecciones, ¿qué puede pasar?

-El oficialismo sí sabe lo que ha hecho. Están conscientes del grado de ruina nacional, al punto que las reservas líquidas están en menos de 800 millones de dólares, cifras que aparecen en cualquier cuentica de esta gente. También conocen la convulsión nacional, las protestas, la movilización ciudadana, lo que pasa en Sidor, en la CVG y en Cariaco, en término de unas comunidades que no se doblegan ni que le pongan una tanqueta por delante. Entonces, enfrentan una dilema: o asumen una corrección dramática de políticas y de actores o se decantan por una represión brutal. La primera confronta un problema: es contraria a sus valores.

-¿Valores o antivalores?

-Son los valores que ellos defienden: el control absoluto del poder, la preeminencia del Estado sobre el ciudadano y la aniquilación de toda aspiración al progreso. En ese sentido nos han dividido en todos los planos: en el espiritual, el religioso, el racial, el generacional, el ideológico. Luego, han sembrado un miedo que tratan de extender hasta el último hogar del país. Finalmente aparece la desmoralización en sus dos facetas: por un lado la desesperanza. Por el otro, la impresión de que vivimos en una sociedad degradada como la que reflejó Maduro en su discurso en la Asamblea Nacional: «la corrupción nos invadió y todos estamos cubiertos por ese lodo». Pretenden que perdamos la autoridad moral, que es nuestra auténtica fortaleza. Por eso, detrás de la Habilitante se esconde la intención de aplicar una represión brutal porque nunca habrá una rectificación del Gobierno, los problemas se van a acentuar y sólo les quedará criminalizar la protesta. 

-¿Cuáles son los valores que defiendes?

-Los que compartimos la inmensa mayoría, incluso quienes se pueden identificar con el oficialismo: el esfuerzo, el trabajo, la honestidad, la solidaridad, la justicia, la lealtad entre e los venezolanos. Esa es la causa que nos anima y a eso debemos apelar en esta hora.

 

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