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El país no termina de salir del estremecimiento de los sucesos violentos del estado Apure, para entrar en los de la Cota 905. El malandraje es uno en todo el territorio nacional y se impone tareas propias de sus objetivos militares. Las guerrillas los tienen para realizar sus fines terroristas. Y aunque poca gente diga no creerlo, los jefes de las bandas criminales de Caracas, tienen los suyos. Por ello, hay que recordar que tienen armas de guerra que se suponen del monopolio exclusivo de la Fuerza Armada Nacional. Por lo que no es una temeridad la de afirmar que es Maduro y su FAN las que han armado hasta los dientes a las pandillas delincuenciales, porque forman parte de su propio dispositivo de defensa. Este es el pacto o negocio principal que se esconde detrás de las llamadas OLP, necesario de resaltar. Es la razón por la que, al menor asomo de investigación sobre el origen de las armas desplegadas, les cae Tarek William Saab encima, así sean periodistas los que indague. Todos, van presos o deben rápido salir del país, corriendo el riesgo del apresamiento y tortura. Además, hay una rosca que también se gana unos reales, directamente o indirectamente, con el armamento, añadido su alquiler para asaltantes y secuestradores independientes.

La población civil es el objetivo militar por excelencia de estas bandas criminales que saben que es el mismo de Miraflores. ”Se echan al más pintao”, me decía un amigo al conversar sobre el tema. Lo que ha ocurrido con los capos de la 905 y su reciente, como desgraciado alboroto, es que quieren extender sus dominios territoriales. Le quedan pequeñas las barriadas que controlan y aspiran a extenderse a las urbanizaciones de una clase media cada vez más empobrecida y desarticulada.

El socio criminal quiere chantajear al régimen igualmente criminal. Una pelea circunstancial entre socios. Y los capos de la 905 decidieron “echarse al pico”, graneados, a los vecinos de las urbanizaciones. El régimen ha tardado en meterlos en cintura por tres motivos: uno, deja que profundicen el terror psicológico de la población; dos, trata de mantenerlos contentos con la confianza de que le meterán los capos el pecho para defenderlo; y, por último, siendo el otro chantaje, les entregará la jefatura del pranato en otras cárceles del país, además de los dólares que les pagará para que se queden tranquilos.

Los capos de Miraflores están claritos con sus objetivos políticos y militares. Los de la 905 se quedan sólo con el militar, porque están conscientes que ya tienen socios que gobiernen por ellos, en su nombre.