Me gustaría preguntarle al usurpador del estado Sucre si él, junto su apreciada y respetada familia, se levantan a las dos de la madrugada para lavar ropa y recoger agua, tal como debe hacerlo -obligatoriamente- el 98% de la población cumanesa.
Los ciudadanos del estado Sucre no tenemos a quien acudir para que nos asistan en la supervisión de la disponibilidad y calidad del servicio de agua. Nos agobia el desamparo de los entes públicos.
Agua turbia es lo que nos envían, en flagrancia violación al artículo 83 de nuestra Constitución: «El Estado promoverá y desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los servicios».
Los sucrenses, y particularmente quienes vivimos en la ciudad de Cumaná, estamos padeciendo por un servicio de agua cuyo putrefacto olor no se elimina, ni siquiera filtrándola e hirviéndola.
Y ni siquiera he mencionado los largos periodos con «las tuberías vacías» por supuestos trabajos en sistemas hidrológicos sin mantenimiento desde hace 30 años.
Todo esto evidencia la desinversión, impericia y falta de empatía e indolencia hacia los ciudadanos por parte de quienes han gobernado los últimos 23 años y que, en vez de aumentar el número de ciudadanos con acceso al agua potable, han promovido todo lo contrario.
Ya es hora de hacer cambiar las cosas. Tenemos tanto el deber como el derecho a generar condiciones para garantizar mejoras en la calidad de vida, trabajo, dignidad, libertad y seguridad.
Afortunadamente, contamos con María Corina Machado para producir esos cambios demandados por el país nacional.