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«Yo pienso, y creo no equivocarme, que, dado que nada es más contrario a un Dios bueno y liberal que la tiranía, él reservará a los tiranos y a sus cómplices algún particular castigo en los infiernos». Discurso de la servidumbre voluntaria de Étienne de La Boétie (1576).

 

Es crucial no permanecer en apatía en tiempos de cólera, por no sucumbir ante el temor de las palabras de Virgilio en cuanto a aquellos que se atrevieran a permanecer indiferentes ante tales eventualidades. Es el caso aparente de una ciudad reflejo de una sociedad que se ha ganado la potestad de sirviente de una tiranía con fabulas de justicia social, una justicia enfermiza, abominable y cruel, que se esconde bajo cimientos constitucionales ante su falta de legitimidad, pero contando con la vergonzosa apatía de sus conciudadanos, el «Hombre nuevo», pusilánime ser despreciable que debió salir del tártaro para atormentar a lo que pudiese ser una tierra fértil donde la semilla de la libertad no solamente no crece sino que es ultrajada a expensa de defensores como protestantes.

Una vil defensa retórica en consecuencia del pasado, donde los conquistados parecen tomar venganza del viejo mundo por sus avances tecnológicos, su «inefable» sistema de vida que ha servido al progreso para llevarlo en una nueva oportunidad a la más ruin choza en stalingrado y observar de frente el fracaso, como si testarudamente los venezolanos nos viéramos forzados a la miseria, a la voluntad de ser siervos de un amo, ¿es acaso un castigo de la providencia por tan fatales actuaciones frente a la inmensa riqueza natural? O es acaso un destino inevitables para aquellos que por flojera han cometido el error de enjaularse con un tigre hambriento pidiéndole misericordia.

No fue acaso Bolívar quien predijo nuestros males con tanta exactitud como errores cometió en su vida política, aún recuerdo con una voz tenue cuando leí aquella frase que dice: «He arado en el mar y sembrado en el viento». Luego de que bogotanos gritaran «fuera longaniza» y con eso sellaran vuestra suerte. Una América ingobernable para los del sur ha sido el saldo de una historia republicana fratricida, fantasiosa y llena de vacíos literarios…

Vuestra realidad pacible, es en efecto consecuencia de una adicción a la práctica y una patada soez a la teoría, ¿es acaso Acarigua, Venezuela, un experimento sacado del laboratorio para demostrar la natural del hombre? seguro existe bajo un telón un titiritero que se mofa de la incredulidad de tan aberrante servidumbre que rechaza la libertad pero abraza la opresión, acaso no se ha demostrado que un tirano es incapaz de moldear a una nación sin que esté misma le dé su consentimiento, no ha vivido acaso suficiente nuestra nación como para madurar de una buena vez y evitar nuestros pesares cíclicos que conducen a la miseria a quienes se intentan excavar unas prácticas sin éxito alguno.

Os digo a ustedes tanto nos dominaron por la fuerza, pero aún más por la ignorancia.

Si existe en la naturaleza alguna razón por la cual un hombre no pueda ser libre, desconocemos su existencia, libre hemos nacido y así debieron de morir, tanto mis padres como los de ustedes, seguí creyendo en opositores que no hablan de libertad pero si de cohabitación, de socialismo en vez de liberalismo, en Marx en vez de Mengele.

No fue un caballo troyano quien con mentiras han invadido a la nación, ha sido nuestra irresponsabilidad, quienes no han leído por pereza la declaración de hombre y del ciudadano, quienes aborrecen la literatura y se ocultan bajo dogmas de antipolítca para huir del conocimiento de su desgracia.

@gaboxeduardo

Coordinador de formación de Vente Joven Portuguesa