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Desde la llegada del régimen chavista al poder, se nacionalizaron o se expropiaron diversas empresas privadas y millones de hectáreas, muchas de ellas dedicadas a la producción de alimentos. La guerra contra la propiedad privada fue tan grande que originó la quiebra del sistema alimenticio del país.

Bajo el lema “exprópiese”, comenzó el robo monumental a pequeños y grandes empresarios, claramente con la intensión de construir un sistema comunista que estuviera liderizado por las mafias, generando hambre en cada hogar venezolano, corrupción para enriquecer a unos pocos y destrucción para un país.

Según datos aportados por Conindustria, Venezuela tenía 12.700 industrias privadas cuando Chávez llego al poder, hoy hay menos de 4.000. El chavismo no solo expropió empresas, también expropió millones de hectáreas que hoy día están completamente abandonadas. Grandes e históricas haciendas quedaron totalmente destruidas, el trabajo de muchos años se esfumó con un decreto.

No solo las expropiaciones tuvieron un efecto negativo para los dueños de estas empresas, también se vieron afectados los trabajadores que por muchos años dedicaron sus vidas al crecimiento de sus lugares de trabajo. Llanto, rabia e impotencia fue el sentimiento de cada persona que perdía su empleo; odio, resentimiento y venganza, fue el sentimiento del ejecutor de las expropiaciones.

Con la llegada del coronavirus al país se ha acentuado la crisis alimentaria, lo poco que se produce en nuestros campos se pierde por falta de gasolina, las pocas empresas que sobreviven son asediadas por las mafias; no cabe duda que para Venezuela fue más letal el socialismo que el coronavirus.

Para las mafias nunca será suficiente tanta destrucción, siempre buscaran subir el nivel de persecución y hostigamiento, generando así poder y riqueza para una cúpula socialista.

El régimen Chavista-Madurista se ha encargado de generar hambre, miseria y muerte, solo así, tendría el poder sobre la sociedad venezolana. No obstante, los venezolanos seguimos en un país, -aunque destruido y apunto de una hambruna- luchando por recuperar nuestra libertad para poder construir ese país próspero y rico de verdad.

Resistiremos.