Venezuela, la nación conocida en el mundo como una con las mayores reservas petroleras agoniza estas últimas tres semanas con el suministro de gasolina en sus 24 estados, donde se pueden visualizar colas interminables de vehículos en cada estación de servicio, siendo los Estados Barinas, También, Mérida, Trujillo, Apure, Portuguesa y Zulia los más agraviados los últimos 2 años. Esta padencia se debe a la falta de gasolina suficiente para abastecer el parque automotor venezolano, ya que no se produce en el país por la patética política socialista que dia a dia sigue aniquilando la vida de los ciudadanos que aquí habitamos.En Barinas por ejemplo, donde alrededor de 30 estaciones de servicios, muestran a diario de hasta 500 vehículos en en cola, la mayoría de ellas pernoctan hasta 3 noches para abastecer cantidades limitadas de combustible, equivale en promedio de hasta 15.000 vehículos paralizados a diario, observando una ciudad fantasma diariamente, sin poder los ciudadanos asistir a sus trabajos, ir a ir a su fincas, viajar fuera de la ciudad e incluso sin poder asistir una emergencia de algún familiar.Esta tragedia ha llevado a crear un mercado paralelo de venta del producto a precios incluso más costosos que en otras partes del mundo que no son productores de petróleo, precios que alcanzan los $2 por litros o $7,57 por galón y donde también se ha generado un jugoso negocio para los funcionarios policiales (PNB, GNB, otros) que cobran desde 100.000 Bs hasta $5 por entrar a surtir sin hacer cola alguna, los llamados V.I.P..Definitivamente es una de la tantas caras que nos muestra el modelo político socialista aunado con un estado criminal que solo busca destruir la vida de los ciudadanos desgastando día a día su tolerancia, la paciencia, sus fuerzas físicas, su tiempo de trabajo y hasta los más sagrado que son su tiempo con sus familias, este último valioso a solo días de la víspera de la Navidad, poniéndonos a todos con la gasolina al cuello.Para ello, necesario atender la ruta del coraje y transformar la Venezuela en esa tierra de gracia que todos merecemos.
Edwin Fernández