(Barcelona. 28/11/2019) Una de dos: El gobierno interino del G-4 que encabeza el diputado Juan Guaidó, carece de una línea estratégica que haga posible concretar la ruta planteada en la Ley del Estatuto de la Transición; o sencillamente, todo era una burda maniobra distraccionista puesta en escena, mientras se acomodaba la cama para cohabitar con la narcotiranía que sojuzga, escarnece y destruye a Venezuela.
Nadie ha dicho que sea fácil desplazar del poder al conglomerado criminal que tomó al Estado venezolano y que lo utiliza para desarrollar y proteger sus actividades delictivas. Tampoco nos anima el propósito de desconocer esfuerzos, aportes, sacrificios y ejecutorias, para intentar por esta vía, descalificar a quienes hemos considerado compañeros de ruta en esta ardua tarea de liberación nacional.
Pero este marco trágico donde nos encontramos, con una nación en ruinas, una población hambrienta, muriendo de mengua en las puertas de los hospitales, o huyendo despavorida del país en procura de mínimas condiciones para satisfacer necesidades primarias, reclama de su dirigencia democrática, una responsabilidad acorde con la magnitud de la tragedia, y una consistencia y coherencia en la línea estratégica y en la acción política, que posibilite la superación de este oscuro tiempo venezolano.
El último evento ocurrido en la Asamblea Nacional, no contribuye a la recuperación de la confianza de una población descreída, frustrada, decepcionada y hastiada, ante la profundización de su desgracia. Tantos desatinos, errores, omisiones y traiciones, han mermado la confianza de los venezolanos. Y no es precisamente, la cohabitación con sus verdugos y la banalización del mal que éstos han inflingido a la nación, lo que estamos reclamando como sociedad. Tengo la impresión, de que gran parte de esta dirigencia que ha recibido la encomienda de liderar esta lucha por el rescate de la democracia y la libertad perdidas, no ha logrado alzarse por encima de sus enanos intereses.
Que se actúe para hacer de la Constitución de la República letra muerta en atención a deleznables componendas, habla muy mal de quienes conducen desde el parlamento, ese único reducto institucional legítimo que aún subsiste en esta montonera comunistoide. Que el Art. 191 constitucional sea obviado y desconocido por la directiva de la AN, para permitir que por ejemplo: Pedro Carreño se ponga la chaqueta de constituyentista, en ese parapeto paralelo que crearon, para proponer el allanamiento de la inmunidad parlamentaria y el eventual encarcelamiento del diputado Juan Pablo Guanipa; y que luego se ponga la gorra de diputado de la AN para postular miembros de un comité de postulaciones que propondría los Rectores del Consejo Nacional Electoral, constituye un agravio y una deslealtad manifiesta con una sociedad democrática que ha dado todo en esta lucha contra la barbarie que nos sojuzga.
Desde Vente Venezuela hemos sido consistentes y coherentes en la caracterización del régimen y en la única forma que consideramos apropiada para desplazarlos del poder. En la voz de nuestra líder María Corina Machado, y en las expresiones de nuestros parlamentarios de la Fracción 16 de Julio, hemos sido reiterativos en que sólo la fuerza puede aventar del poder del estado venezolano a este conglomerado criminal. La fuerza popular que en más de un 90% repudia esta narcotiranía, alineada con la fuerza institucional del único ente legítimo que subsiste dentro del poder público venezolano, como lo es la Asamblea Nacional, y la fuerza de la comunidad internacional, que entiende que la crisis venezolana trasciende nuestro país y conforma un problema hemisférico. Por allí van los tiros. Lo demás es un enrevesado pasadizo que conduce ineluctablemente a la cohabitación con quienes calculadamente destruyeron a Venezuela.
Luis Valencia Márquez