Como hemos sabido, todos estos días de octubre y lo que va de noviembre del año 2019, se han suscitado eventos muy puntuales en Venezuela, que no por poco noticiosos se le han dado poca importancia.
Un hecho reciente y de gravedad, que pone en duda el cumplimiento de la Constitución dentro de la Asamblea Nacional y además podría comprometer la libertad del país al reconocer la Asamblea Nacional Constituyente, sucedió el primero de octubre, con un referente público como lo fue la reincorporación de los diputados del régimen a la Asamblea Nacional, aún, violando los artículos 191, 194, 187.20 de la Constitución Nacional, al ellos haber perdido la investidura por ocupar cargos públicos, como en ministerios o en la fraudulenta ANC del régimen, esa que tiene como hobbie perseguir y asesinar diputados.
Otro hecho relevante, tan grave como el anterior, es la designación de los rectores del CNE en conjunto con los mismos responsables de esta terrible tragedia que vivimos. Desde el 2016, con poder pleno en la Asamblea, sin la presencia de diputados del régimen, la Fracción 16 de Julio propuso conformar un nuevo CNE, pero se hizo caso omiso por completo a esta propuesta y lo insólito es que se pretenda hacer ahora con la presencia de los mismos criminales que han exterminado la democracia y la posibilidad de elegir libremente.
En el transcurso de tanta confabulación y ocultamiento, los diputados chavistas dejaron saber que todo esto estuvo planeado desde meses atrás en Oslo, mientras muchos luchaban y daban sus vidas en pro de la libertad, otros vendían tiempo al régimen con diálogos y pactaban elecciones. Ahora que todo se sabe, para menguar la opinión pública de todos estos hechos, han generado una campaña en las redes sociales, contra quienes se oponen al colaboracionismo y la cohabitación, usando además el chantaje como argumento. Se crearon un llamado a la calle solo para presionar un debate que desvíe la atención de las graves acciones parlamentarias que están sucediendo y del pésimo intento de levantar el ánimo electoral.
Pero se equivocan una vez más, los ciudadanos están cada vez más claros de cuál es la ruta adecuada y saben quiénes forman parte de «El Caballo de Troya». Ya no creen en cuentos de camino ni se dejan compran con espejitos. Saben que La Ruta Es El Coraje.